El más negro de todos los humores
Cuando mencionamos las palabras «humor negro», de una manera casi automática, poco menos que inconsciente, nos preparamos para algo así como un chiste o una broma sobre la muerte, la enfermedad, la desgracia o, por decirlo en una palabra, el mal que le ha sucedido o puede sucederle a alguien, de modo real o ficticio. En el mundo y en el tiempo en que vivimos, «humor negro» es sinónimo de broma cruel, lindante con lo políticamente incorrecto y, por tanto, susceptible de ser tomada o comprendida como una provocación, sobre todo si afecta a colectivos tradicionalmente marginados: los judíos, quienes sufren alguna deformidad física o enfermedad mental, o incluso las mujeres como un todo (cuestiones de género). A este respecto, dicho sea de paso, lo primero que habría que objetar, si nos ponemos puristas, es la propia denominación, por lo que revela de asociación del negro con la cara más desgraciada de la vida. ¡Qué porvenir más negro me espera!