Recuerdo de un desconocido
Mis padres, Joaquín y Paquita, que eran ya novios cuando estalló la guerra, se casaron el 28 de noviembre de 1938 en la Iglesia del Carmen de Revilla, en el municipio de Camargo, sin esperar a que la guerra acabara (Santander fue «liberado» en agosto de 1937).
Yo llegué al mundo para tapar el hueco que había dejado mi hermana Maribel al morir de neumonía el 11 de abril de 1940, siendo aún un bebé. Nací en Villanueva de Villaescusa el 5 de mayo de 1941 en la casa de mi abuela Pilar. La vivienda estaba en el camino real, es decir, en la carretera que se había construido en los primeros años del siglo XX para unir la estación ferroviaria de Guarnizo (perteneciente a la línea Santander-Madrid) con el Valle del Pas. Debajo de la vivienda estaba la gran tahona que mi abuelo Alfredo había hecho prosperar. En fin, nacer en una tahona durante el «año del hambre» fue la mejor forma de mostrar que el niño llegaba al mundo con un pan bajo el brazo.