Further conversations con mi amigo Tomás: el estilo
El día que muere David Bowie salgo a correr por la mañana y, al pasar por una calle de mi barrio, veo a un hombre que está llorando en un banco de la acera contraria, con la cabeza entre los brazos. Sólo cuando estoy demasiado lejos para volver atrás, empiezo a pensar: «Ese era Tomás. Ese era Tomás».
Mi amigo Tomás no tiene teléfono móvil ni Internet. Le llamo al fijo, pero no contesta. Por la tarde, cuando tengo que sacar a mis dos perros, doy una vuelta un poco más larga de lo normal y llamo al timbre de su casa. Nadie contesta.