El premiado recibe los insultos
En su carta de dimisión como miembro de la Academia de Lengua y Poesía, Thomas Bernhard (1931-1989) se pregunta, a propósito de una sección del «Anuario» de dicha Academia, que recoge una larga lista de todas las oscuras distinciones imaginables e inimaginables y que le parece repugnante: «¿A quién le interesa eso salvo a las propias lombrices?». Curiosamente, este Mis premios, que Bernhard dejó casi listo para su publicación, no es otra cosa que una versión de esa sección: recuerdos de los premios literarios que le fueron concedidos a lo largo de su vida. Creo que el libro interesará a alguien más que a las lombrices y, aunque a mí me haya interesado, no creo ser buen ejemplo, porque bien