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Entre fantasmas

¡OTRA MALDITA NOVELA SOBRE LA GUERRA CIVIL!

Isaac Rosa

Seix Barral, Barcelona

446 pp.

20,50 €

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En ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! se cuenta cómo ve un joven escritor, pasado un tiempo, una novela que escribió y publicó con el título de La malamemoria, cuando tenía «veintipocos años». Por eso, la novela tiene dos partes bien diferenciadas: la que se edita en letra normal, y que reproduce la novela La malamemoria, y la que se edita en letra cursiva, que recoge las anotaciones críticas del escritor sobre su novela. O, más que anotaciones críticas, comentarios justificativos redactados con desparpajo y con ironía, y que a menudo le sirven para hablar de otras novelas españolas recientes (aunque sin citarlas).

El autor explica las razones por las que La malamemoria no cumple los criterios de calidad adecuados. Principalmente, la impericia de su juventud. También su idea preconcebida (y preciosista) de la literatura: «volcarse» en cada página, léxico rebuscado, documentación…, algo que considera «tan habitual en la literatura española». Y una idea ingenua sobre el valor de los sueños en la ficción: «En una novela deberían estar prohibidos dos verbos: soñar y pensar». Y una idea preconcebida (y tópica) del campo andaluz. Y una obsesión por el didactismo, «la voluntad informativa (y algo educadora) que sobre la desinformada ciudadanía parecen tener los autores».

Y, fundamentalmente, una idea preconcebida (y poco meditada) de la Guerra Civil, con la que se muestra muy crítico: la Guerra Civil no fue, como parece desprenderse a veces, y por descuido del autor, en La malamemoria, un conflicto en el que salieron a la luz viejos rencores entre hermanos, sino una guerra en la que unos fueron a aplastar a los otros, con un odio que no tenía que ver con la inquina previa.
Así lo expone Isaac Rosa (Sevilla, 1974): «Por supuesto que en muchos casos “se mató porque sí. Es decir, porque fulano le tenía ganas a mengano”. Pero eso no debe hacernos olvidar que por parte franquista hubo una auténtica política de exterminio contra los republicanos, que no respondía precisamente a venganzas personales. Podríamos dar muchos ejemplos de ejecuciones, tanto en la guerra como en la posguerra, en las que ningún fulano tenía ganas a ningún mengano. Ejecuciones en frío, burocratizadas, con trámite administrativo. Pero también muchas otras en caliente, pero cuyo calor no procedía de una venganza, de cuentas pendientes, sino de la decisión golpista de aprovechar la guerra para limpiar el país».

La autometanarración es tan antigua como la novela, y ha dado buenos resultados a Cervantes, a Sterne, a Diderot, a Unamuno, a Pirandello, a Auster…, pero no es una fórmula mágica que funcione siempre. Y en ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! no funciona. La malamemoria, la novela que el joven escritor escribió y que el escritor ya menos joven glosa, critica y de alguna manera justifica (porque si no, no volvería a publicarla), sucede en los primeros años de la transición. Un exprofesor de bachillerato, que se convirtió en «negro literario» de cargos segundones del franquismo, escribiendo discursos y novelas que otros leyeron y firmaron, recibe el encargo de escribir las memorias de uno de esos siniestros personajes, con una historia negrísima a sus espaldas, pero con una gran diferencia respecto a sus trabajos habituales: el personaje ya ha muerto (suicidio de honor) y es su viuda la que está empeñada en limpiar la memoria de su marido mediante la publicación de una falsa autobiografía.

El «negro», Julián Santos, se pone a la tarea con un extraño entusiasmo, quizá porque en la búsqueda de ese gerifalte franquista, Gonzalo Mariñas, también pasa a buscarse a sí mismo en su infancia, hijo de un maquis. Julián Santos escribe, a propósito de las pocas cuartillas que ha dejado manuscritas Mariñas: «Las reflexiones, los complejos, los miedos o las pasiones que allí aparecían reflejados no eran de Mariñas: eran míos en su totalidad. Me reconocía fácilmente en aquel escrito».

Para empezar desde el nacimiento esas falsas memorias, Julián Santos viajará a Andalucía, para visitar un pueblo, Alcahaz, al que ha estado íntimamente ligada la suerte de Gonzalo Mariñas. El pueblo parece no haber existido nunca (aunque hay testimonios gráficos de su existencia: fotos y mapas) y ser sólo una especie de lugar legendario, como la Comala de Rulfo, habitado sólo por fantasmales mujeres que parecen pájaros negros.

Mariñas no logra escapar del tópico en ningún momento del libro, y su motivación última resulta difícilmente entendible. Santos es un personaje más interesante, e Isaac Rosa podría haberle sacado mucho partido a ese «negro literario» del franquismo. Se echan de menos historias relacionadas con esos discursos y con esos libros que escribió y de los que apenas nada llegamos a saber; pero prefiere concentrarse en su conflicto sociopsicológico de haber sido un hijo de los vencidos al servicio de los vencedores.

Los demás personajes de ¡Otra maldita novela sobre la Guerra Civil! son meros comparsas, tópicos y obedientes, siempre al servicio del prefijado desarrollo de la trama, como los actores de El show de Truman. El libro termina con una dura crítica de Isaac Rosa a La malamemoria y a las relaciones entre ficción e historia: «Novelas como ésta pueden hacer más daño que bien en la construcción del discurso sobre el pasado, por muy buenas intenciones que se declaren. Debido a las peculiaridades del caso español, a la defectuosa relación que tenemos con nuestro pasado reciente, la ficción viene ocupando, en la fijación de ese discurso, un lugar central que tal vez no debería corresponderle, al menos no en esa medida». 

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Ficha técnica

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