
Una tragedia moderna
El reconocido novelista irlandés Colm Tóibín retoma ahora uno de los grandes mitos griegos, una trama sangrienta de inolvidable resonancia trágica, la terrible historia familiar de los Atridas, para novelarla de manera muy personal, con esa prosa suya tan austera, impactante por su constante atención a los detalles de la escena visual y a la psicología de cada uno de los personajes. El tono, marcadamente realista y de frases cortas, contrasta, ciertamente, con la vibrante poesía del drama antiguo. La novela vuelve a contarnos, en otro estilo, la patética y sangrienta secuencia de los crímenes en el palacio de Micenas. La muerte de Agamenón a manos de su esposa, la taimada e implacable Clitemnestra, aliada con el siniestro Egisto, y la consiguiente venganza de Electra y Orestes, que acaban acuchillando a la adúltera parricida y su detestable cómplice, está repetidamente evocada ya en la Odisea homérica, pero su retumbante prestigio viene de muy famosas tragedias: la trilogía de la Orestíada de Esquilo, las Electras de Sófocles y Eurípides y la Ifigenia en Áulide de este último. Era una trama perfecta para la escena trágica, suscitadora de éleos y phobos, «compasión y terror», según la expresión de Aristóteles, quien en su Poética ya advertía que las mejores tragedias son las que escenifican «crímenes en la familia».