1 noviembre, 2006
Crear PDF de este artículo. Ya bastante avanzada la lectura de Mala gente que camina, llegamos a un párrafo donde el narrador, al referirse a las impresiones que le produce, tras la separación matrimonial, verse obligado a refugiarse en la casa familiar de Las Rozas –ahora ya sólo habitada por su madre– y recorrer las mismas calles de la infancia, escribe: «Anduve por aceras desiertas y calles hastiadas de ser las mías que, como de costumbre, me parecieron una mezcla mareante de pasado y presente, de realidad y ficción».Y esta lectora piensa que la última parte de la cita sirve muy bien para definir, grosso modo, una novela en cuya factura en seguida se perciben las grandes líneas de fuerza
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