Martín Schifino Página 12
En 1779, mientras se aburría en una guarnición perdida de la isla de Ré, Francia, el capitán Choderlos de Laclos decidió dar curso a sus ambiciones literarias y componer «una obra que saliera de los caminos más transitados, hiciera un poco de ruido, y siguiera resonando en la tierra cuando yo ya no esté», según le contó a un amigo por carta. Sin duda aspiraba a que, si la gloria no llegaba por las armas, lo hiciera por las letras, pero lo más asombroso no es la disyuntiva, bastante tópica por entonces, sino el resultado.
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