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Ramón Gaya: el color de la palabra

Antología

RAMÓN GAYA

Fundación Santander Central Hispano, Madrid

232 pág.

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Andrés Trapiello ha seleccionado, como devoto suyo de siempre, esta antología de los escritos de Ramón Gaya (Murcia, 1910) para la colección «Obra Fundamental». La tarea tiene sentido entendida sólo como herramienta de difusión o puede que de convalidación, pues hay en curso una edición de las obras completas de Gaya, que viene publicando Pre-Textos. Pero no sobra en absoluto, porque los textos del pintor no son tan conocidos o reconocidos como sin duda merecen. Una de las sorpresas ciertas que aguarda a quien no lo ha leído y abre este libro es la de toparse con un escritor notable, que sobresale lo mismo por su manera de desenvolverse en el idioma que por las ideas tan personales que despliega.

Los escritos de Gaya son, sea cual sea el tema, escritos de artista. Lo que le ocupa sin tregua es la expresión artística en cualquiera de sus ámbitos, o más bien el modo en que el artista –sea músico, bailarín, escritor o, por descontado, pintor– ofrece su propia percepción de la realidad y se ofrece en ella. Y, al enunciar sus ideas de artista que reflexiona, se expresa con rotundidad y sin concesiones a la opinión general acerca del arte y acerca de casi cualquier creador, sin eludir tampoco, incidentalmente, valorar ambientes, ciudades, naciones y demás aspectos de la realidad humana. Sus juicios tienen la contundencia de sentencias bien argumentadas, porque las fundamenta un modo de pensar y de pensarse que no duda en comprometerse, y suenan, en la secuencia de sus textos, indefectiblemente suyas. No imagino sus frases lapidarias o sus merodeos de cazador de nociones con otra firma. Sonarían falsos, artificiosos, construidos. Lo peculiar de la prosa de Gaya es que el lector siente, sea cual sea la modalidad del texto en que se expresa (anotación de diario, ensayo, carta), que es vehículo necesario de un mundo interior, que lo conforma y que se ajusta a él, sin tapujos y también sin artificios.

Ramón Gaya por Juan Ballester, 1979.

Gaya pertenece, quizá por edad, a una estirpe de artistas que, escriba lo que escriba, lo escribe apoyándose en las posibilidades formales y expresivas del lenguaje, sin renunciar a ninguna de antemano, porque da por supuesto que la única manera de explicarse y hacerse entender es hallar en ellas la de explicarse y entender él mismo lo que le ocupa. Hay en su prosa, por ello, una a modo de tensión o de esfuerzo que consiste en estrechar las palabras a preguntas, o más bien considerarlas desde distintas perspectivas, en sus correlaciones, antagonismos, sugerencias e implicaciones, para encontrar así la médula de las ideas que procura articular. La prosa de Gaya parece ante todo sensata y clara porque busca en sí misma, en sus elementos constitutivos, en su llaneza esencial y también en los ecos que despierta, los factores de una ecuación de sentido.

Su prosa es suya de toda necesidad, como lo es su opinión y su personalidad de artista. Y configuran ésta algunos núcleos ideológicos a los que Gaya vuelve siempre, como fundamentos de su manera de entender la vida y el arte. Ésta se funda, si cabe resumirla así, en una distinción radical y completa entre arte y artificio. El arte se refiere a la vida y el artificio, al mundo, a la historia del arte, a la modernidad, a los críticos y a los muchos artistas que no aciertan a serlo. Por eso Gaya puede titular uno de sus ensayos más afortunados, el que cierra esta selección, «Naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica)». No cabe duda de que para Gaya el paradigma del artista en la pintura es Velázquez. A él vuelve una y otra vez en sus escritos como ha vuelto una y otra vez en sus pinturas. Y le sirve como pauta o como arranque para muchas de sus reflexiones más certeras y más llamativas.

Puente de París, Ramón Gaya, 1958.

Viene a cuento mencionar alguna. Escribe Gaya, precisamente en sus anotaciones sobre Velázquez: «No he dicho nunca que el estilo no exista, pero sí he querido decir siempre (quizá sin lograr expresarlo del todo) que eso que es el estilo, y que existe con tanta corporeidad, no es, desde luego, el hombre. Es mucho más fácil que el estilo sea […] lo que no es el hombre , algo que el hombre, a fuerza de industria y de arte, logra formar y colocar al lado suyo, en sustitución, precisamente, del hombre directo que no acierta a ser» (págs. 3334). Estas líneas son paradigmáticas del modo de escribir del pintor, que asedia las palabras o las ronda, que las marca para mejor lidiarlas, para extraer de ellas su sustancia, que vuelve a lo ya dicho y contradice lo que otros creyeron descubrir a fin de desvelar su idea. Puede leerse en paralelo con el pasaje citado, este otro: «No, amigo Andrés, yo no he dicho que la modernidad no exista, sino tan sólo que… no importa, que no puede importarnos, porque eso, eso tan endeble, tan de superficie, tan de pasada , que llamamos modernidad, no tiene valor propio, valiosa sustancia propia» (pág. 107).

Podría espigarse, de este volumen escueto de escritos (que reúne algunos ensayos, cartas, anotaciones de diario, artículos y unos pocos poemas, no tan notables como las prosas), una buena colección de definiciones y comentarios rotundos, como para componer una especie de diccionario del arte, en especial de la pintura, según Ramón Gaya. No es el menor de sus atractivos como escritor que, una vez leídos sus textos, ni siquiera apetezca acometer semejante empeño, aunque su rentabilidad en enunciados literalmente escandalosos resultaría notable: Gaya no titubea al escribir que La Gioconda es «un mecanismo sin sangre» (pág. 47); Manet, Monet y Renoir «no son nunca pintura , sino […] falsificaciones de ella» (pág. 83); García Lorca, un «magnífico poeta […] menor, decorativo» (pág. 135); o Aleixandre, «el más mediano » de los del 27 (pág. 136), entre otras osadías. Pero los textos de Gaya son lo bastante estrictos como para que apetezca leerlos en su integridad, para seguir la estela de un pensamiento que se halla al tiempo que se muestra y de una prosa que desvela sus movimientos y también los pauta con inteligencia, con integridad, con verdad.

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Ficha técnica

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