El dandi, el incorruptible y el famoso
Al preguntarle alguien cuál era su lago escocés favorito, George Bryan Brummell se volvió a su mayordomo: «¿Cuál es mi lago favorito?». «Windermere, señor», apuntó el criado respetuosamente. «Ah, sí, Windermere», bostezó el apodado «bello Brummell». La anécdota (recogida por Scaraffia en su Diccionario del dandi) condensa la actitud del dandi ante la vida: la falta de deseo, la desgana, el desprecio por los gustos del vulgo. Y el aburrimiento: otro dandi notorio, el francés Barbey d’Aurevilly, llevó un diario en el que la frase más repetida, a lo largo de decenas de años y centenares de páginas, es «Je m’ennuie». El personaje del dandi irá fundiéndose progresivamente con el del artista, un tipo de artista por lo menos: el