Este libro de Guillermo Gortázar ilustra a la perfección la idea de que la historia se escribe no tanto por curiosidad sobre el pasado como por una honda preocupación por el futuro, lo que al fin y a la postre, no es sino lo que de ella esperaba Cicerón, que nos enseñase a vivir. Se trata de un nobilísimo intento de dignificar y ampliar el debate político en el que nos movemos, tratando de encontrar las raíces de nuestros errores un poco más allá de lo que, bajo la niebla de un partidismo tan ciego como deshonesto con el interés común, suele considerarse de oficio.
Gortázar comienza su análisis partiendo de una circunstancia del presente, que bien podemos considerar histórica: el hecho de que cerca de nueve millones de votantes, un 34% del censo electoral, dieron la espalda en noviembre de 2015 a los partidos que se han alternado durante los últimos treinta años al frente del gobierno, tras el período que, muy estrictamente, conocemos como la Transición, que terminó en 1982 con el histórico triunfo del PSOE de Felipe González.