La paradoxografía es un género misceláneo que floreció en la época helenística y tuvo dilatada fortuna de público. Parádoxa eran los hechos y seres extraordinarios, esos mirabilia que, con la marcha de Alejandro a Oriente, pululaban en relatos de muy vario pelaje. Los griegos sintieron siempre gran curiosidad por todo lo extraño, asombroso y exótico que los viajeros al Oriente contaban maravillados. Frente a las exploraciones y datos científicos, esta vaga literatura de monstruos y maravillas diseñaba fantasiosa sus raras noticias de una estupenda fauna y flora, para un público amplio, crédulo y ansioso de magias y prodigios. Gómez Espelosín introduce muy bien todos estos breves textos fantásticos, que ha vertido con pericia ejemplar y por vez primera al castellano.
Oscar Wilde fue un hombre santo
- Por Jorge Bustos
Cuando visité el inevitable cementerio parisiense de Père Lachaise, una de las cosas que…