Queridos lectores, suspendemos las publicaciones, como en años anteriores, hasta el 10 de Enero. ¡Feliz Navidad!

Por qué el hombre es diferente

La especie humana moderna surgió hace aproximadamente doscientos mil años en la sabana africana. Desde ahí, se ha extendido por todo el planeta, ocupando todos los continentes menos la Antártida. Aunque algunos se propagaron por África y fuera de ella con anterioridad, todos los humanos actuales provienen de una migración relativamente reciente que se produjo hace poco más de sesenta mil años. A través del actual Oriente Próximo, se extendieron por el sur de Eurasia y llegaron a Australia hace cuarenta y cinco mil años. Su expansión continuó por Europa y Asia, alcanzando el océano ártico hace treinta mil años. Cruzó hacia Alaska y Canadá y colonizó el continente americano, de norte a sur, en sólo unos pocos miles de años. Ninguna otra especie animal, incluyendo otros homininos como Homo erectusHomo heidelbergensis o nuestros parientes más próximos, los neandertales y los denisovanos, ha sido capaz de una proeza similar. La diversidad de hábitats ha exigido que nuestra especie haya desarrollado una amplia gama de conocimientos, herramientas y conductas que le ha permitido sobrevivir en medios tan hostiles como las estepas heladas del norte de Eurasia, muchas regiones desérticas o las distintas selvas tropicales que ha ido encontrando en su dispersión. 

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Inteligencias alternativas

Existen huellas de vida en la Tierra desde hace tres mil ochocientos millones de años, cuando apenas habían transcurrido setecientos millones de años desde la formación del planeta. Este escaso período de tiempo fue suficiente para que surgieran los primeros organismos unicelulares y, a partir de ellos, las dos líneas evolutivas que condujeron hacia bacterias y arqueas. Esta rapidez permite conjeturar que la génesis de un sistema viviente es un acontecimiento con una probabilidad no despreciable cuando se dan las condiciones apropiadas. De ahí el interés que despierta el descubrimiento de exoplanetas de características similares al nuestro o la posible presencia de agua en un plantea como Marte, en el que quizás pudo también surgir la vida a pesar de poseer un ambiente más inhóspito para la misma.

La unidad de vida tal como la conocemos es la célula. Las células son sistemas complejos capaces de reproducirse y de mantener una organización y una homeostasia interna a través de una buena cantidad de reacciones químicas que constituyen el metabolismo celular. Son capaces de percibir cambios en el medio externo e interno y de reaccionar en consecuencia, generando reacciones químicas y, a veces, movimientos. 

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Los roles sexuales: el ocaso de la supremacía masculina

Las mujeres no son iguales a los hombres; aunque más débiles desde el punto de vista físico, son superiores en otros aspectos biológicos y de conducta, rasgos que cada vez serán más apreciables en las sociedades futuras y supondrán el declive definitivo de la supremacía masculina. Esta es la tesis central del libro Women After All, que sirve de base para este comentario sobre un tema especialmente controvertido y sensible: las causas que subyacen a los distintos roles sexuales en las sociedades humanas. Para su autor, Melvin Konner, un prestigioso profesor de Antropología, Neurociencia y Biología del Comportamiento en la Universidad de Emory, estas diferencias no son sólo el fruto de la educación y del influjo cultural.

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¿Existe el altruismo? Disputas en torno a su evolución

Uno de los principales problemas a que ha tenido que hacer frente la teoría darwinista desde sus inicios es la presencia en algunas especies de comportamientos sociales de tipo altruista, ya que, si poseen una base genética, deberían ser eliminados por la acción de la selección natural, tal y como Darwin la definió. En biología evolutiva se define el altruismo como aquella conducta que incrementa en promedio la eficacia biológica, esto es, la capacidad de supervivencia y de reproducción de los individuos sobre los que recae el influjo de la misma, y que, al tiempo, disminuye la eficacia biológica del individuo que realiza la acción.

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Cultura: la perspectiva darwinista

La publicación en 1975 del libro Sociobiología, del entomólogo de Harvard, Edward O. Wilson, supuso un punto de inflexión en la manera en que la biología evolutiva se acerca al estudio del comportamiento humano. A partir de ese momento, la separación drástica entre biología y cultura, asumida durante la elaboración del paradigma neodarwinista a mediados del siglo pasado, fue seriamente cuestionada. Sin discutir la enorme plasticidad del cerebro humano, la investigación en clave evolutiva se propuso recuperar el concepto de naturaleza humana como punto de partida desde el que pensar nuestra conducta.

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Lo que debemos al neandertal 

Caminaban erguidos, medían entre 1,60 y 1,70 metros, eran robustos y su cerebro, de unos 1.500 cm3, era mayor que el nuestro. Probablemente tenían lenguaje y fabricaban instrumentos. 

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El mito de la promiscuidad sexual y otros cuentos

Una de las tradiciones centrales del pensamiento social, representada por el sociólogo Émile Durkheim y sus seguidores, ha defendido la radical autonomía de los procesos culturales, de manera que lo social se explica por lo social, marcando distancias casi insalvables con otras disciplinas, como las ciencias de la vida y la psicología. La idea de naturaleza humana que subyace en Durkheim se acerca mucho a la de Locke, quien consideraba a los seres humanos como una tabla rasa susceptible de ser colonizada por las distintas tradiciones culturales en que se hallan inmersos los individuos. Bajo el influjo de esta concepción, el paradigma neodarwinista, surgido a mediados del siglo pasado, aceptó en lo básico este orden de cosas en el que, de alguna manera, la cultura sustituía a la biología como el factor causal esencial de nuestro comportamiento. Sin embargo, desde hace poco más de tres décadas han surgido en amplios sectores de la biología evolutiva varios enfoques que rechazan esta concepción de la naturaleza humana y que han puesto el énfasis en el estudio de nuestra conducta y de la cultura desde una perspectiva evolucionista.

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Nacidos para cooperar

¿En qué medida la cooperación y el altruismo han podido contribuir a la supervivencia del individuo y han sido favorecidas por la selección natural?

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Los orígenes de la moralidad

La evolución de nuestro sentido moral, que para muchos constituye el rasgo más distintivo del ser humano, ha sido objeto de diferentes análisis desde la aparición del darwinismo.

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Evolución y cultura: los orígenes de la diversidad cultural humana

La cultura, para una buena parte de la tradición antropológica, está constituida por el conjunto de ideas, destrezas, valores, creencias, lenguajes y actitudes susceptible de ser adquirido mediante imitación, enseñanza y otras formas de aprendizaje social indirecto como, por ejemplo, la facilitación social de la atención hacia determinadas acciones u objetos

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