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El peso del pesimismo en España

EL PESO DEL PESIMISMO. DEL 98 AL DESENCANTO

Rafael Núñez Florencio

Marcial Pons, Madrid

480 pp. 23 €

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En el curso de la última generación nos hemos visto invadidos por libros sobre el «problema de España», en términos de éxito o fracaso histórico, y en términos de imagen, identidad y nación. Esto no es simplemente otra idiosincrasia española más, ya que el giro autorreflexivo y crítico adoptado por la cultura occidental en general a finales del siglo xx ha producido una literatura algo semejante en otros países, aunque el alcance y la intensidad de este debate ha llegado, sin embargo, mucho más lejos en España que en otros países, con la sola excepción de Rusia durante los años noventa.

El nuevo libro de Rafael Núñez Florencio no es tampoco otro tratamiento más del problema, sino un estudio de la tendencia hacia el negativismo y el pesimismo cáusticos por parte de los autores españoles desde la década de 1890 hasta el presente. Donde mejor queda resumida su tesis es en su frase conclusiva: «Lejos de todo tono dogmático, baste convenir simplemente que el pesimismo en todas sus formas ha sido una constante que ha marcado decisivamente la realidad española del siglo xx». No puede decirse que estemos ante una nueva tesis, pero este estudio brinda el tratamiento más sistemático y cuidadoso que puede encontrarse en un solo volumen. No intenta aportar ninguna interpretación nueva de la historia o la cultura de España, o explicar los motivos para esta pronunciada tendencia hacia el pesimismo, sino delinear su expresión más característica en los escritores, artistas, estudiosos y analistas más destacados del país durante el último siglo y pico. Tampoco se realiza un gran esfuerzo para apoyar o refutar este tipo de actitudes, ni tampoco niega el autor que haya habido períodos concretos (por ejemplo, 1931, 1975-1980) o autores determinados en los que ha prevalecido la tendencia contraria.

La mayor parte del libro, integrado por nueve capítulos, se dedica a temas específicos que se encuentran a finales del siglo xix y en la primera mitad del xx: «Melancolía», «Decadencia», «Abulia», «Desastres», «Desolación», «Quijotismo», «Esperpento», «Negrura» y «Fracaso». Los primeros capítulos de este catálogo de melancolía pueden despertar en el lector sensaciones cambiantes de irritación o aburrimiento, ya que, ¿no hemos oído ya antes la mayoría de estas cosas? Por supuesto que sí, aunque Núñez Florencio, como experto cuidadoso que es, nos proporciona un inventario preciso y sistemático que carece de cualquier antecedente similar.

El aspecto más original de esta parte del libro son las secciones que van más allá de los comentarios publicados para retratar el negativismo en el tratamiento del paisaje y en la pintura («Desolación» y «Negrura»). Esto constituye una especialidad del autor, ya que entre sus anteriores libros figuran no sólo un estudio de la imagen de España (Sol y sombra. La imagen de España en el mundo, 2001) y de las actitudes extranjeras hacia la cocina española (Con la salsa de su hambre. Los extranjeros ante la mesa española, 2004), sino también una exposición muy original del modo en que se ha abordado y cuáles han sido las actitudes hacia el paisaje español (Hollada piel de toro. Del sentimiento de la naturaleza a la construcción nacional del paisaje, 2004).

Los capítulos más originales y útiles de todos son los dos conclusivos, «Desencanto» y «¿Normalidad?», puesto que introducen el tema en la época contemporánea de la democracia y la prosperidad económica. Núñez Florencio muestra que los logros de esta última no han detenido el flujo de comentarios negativos, sino que simplemente han abierto una fase nueva y, en ciertos sentidos, incluso más intensa. Todo esto se acomete con cuidado y objetividad y el autor evita verse enredado en algunas de las posturas encontradas presentes en las controversias contemporáneas.

El lector puede acabar sintiendo una cierta frustración ante la negativa del autor a evitar cualquier postura o interpretación categóricas en relación con las fuentes de semejante autoflagelación (aunque a veces las fuertes críticas que cita no son tanto autorreflexivas como una denuncia sectaria de partes de la sociedad y de la política con las que se hallan enfrentados los críticos). Núñez Florencio se niega, sin embargo, a ir más allá que en determinados casos en los que quiere dejar claro cuán estridentes, exagerados y desencaminados son realmente algunos de estos lamentos.

Es poco lo que encontramos a modo de análisis comparado de otros países. Polonia, por ejemplo, es un país católico del centro y el este de Europa que sufrió un desastre incluso mayor en el siglo xviii del padecido en España en el período anterior, y los autores polacos han mostrado por regla general una mayor afinidad por España de la de cualesquiera otros en esa parte del continente. A pesar del hecho de que Polonia desapareció literalmente del mapa, sin embargo, los patriotas polacos demostraron un compromiso inquebrantable y el refrendo más positivo de su desdichada tierra durante más de un siglo hasta que Polonia fue finalmente restaurada. El contraste entre el compromiso polaco y el negativismo español ha sido a menudo profundo, y se explica sólo en parte debido a la mayor severidad objetiva de las penalidades polacas.

El único equivalente del negativismo español puede encontrarse en el caso de Rusia. Mientras que se ha cuestionado en ocasiones la identidad europea de España, con frecuencia se ha negado simplemente la identidad europea de Rusia, y con razones mucho mejores. A lo largo del siglo xix, los autores rusos se mostraron casi infatigablemente cáusticos y negativos sobre su patria, superando incluso a los españoles, aunque la revolución que acabaría haciéndose con el poder se libró en nombre del internacionalismo más que del rusianismo. El imperio zarista había sido, sin embargo, una gran potencia eminentemente triunfadora durante la mayor parte de la época moderna, al igual que lo fue, durante un tiempo, la Unión Soviética. Las dudas y las críticas sobre Rusia han quedado siempre subsumidas en gran medida bajo el autoritarismo político y el poder imperial o nacional (de forma un poco parecida a la situación en España en la época de Franco), una situación a la que los rusos han regresado en el presente siglo. Por contraste, la democracia en España parece haber abierto incluso más las compuertas del talante crítico, del que Núñez Florencio nos ha ofrecido el inventario más completo y equilibrado desde la década de 1890 en adelante que puede encontrarse en un solo volumen.
 

Traducción de Luis Gago.

Este artículo ha sido escrito por Stanley G. Payne especialmente para Revista de Libros

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