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El malentendido

Otras maneras de contar

Lino Novás Calvo

Tusquets, Barcelona, 424 págs.

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Tengo la impresión de que con Lino Novás Calvo, cubano de origen gallego (nació en Grañas de Sor, Mañón [Coruña] en 1903 y se trasladó a Cuba, junto con su familia, a la edad de siete años) se venía produciendo un cierto equívoco al que el tiempo y la buena intención de aquellos que se han echado a la espalda la tarea de rehabilitar al autor de El negrero, viene rectificando con la misma intensidad con que Cabrera Infante dejó dicho: «Novás Calvo es el único escritor cubano que reconozco como un antecedente literario».Y es que Novás Calvo, por eso la justeza de las palabras del autor de Tres tristes tigres, otro genial ninguneado por el régimen castrista, fue una víctima más de la revolución cubana que lo hizo desaparecer de manuales y antologías como consecuencia del exilio al que se vio abocado desde su petición de asilo, en 1960, en la Embajada de Colombia en La Habana, de la que saldría para los Estados Unidos, donde se dedicaría a diferentes oficios, entre ellos la docencia universitaria, hasta 1983, año de su muerte en Florida. Pero esta muerte ya se había producido mucho antes en términos literarios. De hecho, desde su marcha de Cuba (país que únicamente lo recuperará a partir de 1992), Novás Calvo tan solo publica un libro, Maneras de contar (1970), lo que contribuyó a que los lectores cubanos, unido esto al desprecio «oficial», llegaran a tomarlo por muerto. Todo muy triste si consideramos la extraordinaria calidad de la obra del autor de Grañas de Sor, bastante desconocido en su Galicia natal, y no porque en sus libros no aparezcan personajes inequívocamente gallegos.En el idioma empleado por Lino Novás Calvo se encuentran giros sintácticos que, al tiempo que no desmienten su origen lingüístico, alcanzan sabores muy exóticos al combinarse con el lenguaje criollo empleado por Novás, un autor bien enraizado en el léxico cubano que a veces puede parecer demasiado envolvente (e incluso excesivo), un fenómeno semejante al del inglés empleado por Conrad, un autor como se sabe tampoco nacido en el territorio cuyo idioma terminó siendo su herramienta básica. Conrad, por cierto, y a pesar de su temática –aventurera o de intriga en más de un momento–, tiene sus puntos en común con Novás Calvo, un autor que –o ello se deduce de Otras maneras de contar – no desdeña en absoluto los caminos herméticos, las pistas falsas, los enigmas y aun las estrategias en laberinto para ilustrar unas historias por lo demás aparentemente sencillas, y en las que brilla la Cuba del primer tercio de siglo ( XX, desde luego), tan bien conocida por Novás Calvo, campesino, boxeador, finalmente escritor en ella. Una Cuba opulenta por la que circulan una pléyade de marginales: carboneros, recolectores de caña de azúcar, santeros, gallegos y haitianos (estos últimos el definitivo escalón de la miseria), atropellándose en un mundo emergente donde los automóviles o fotingos, tripulados naturalmente por fotingueros, están sustituyendo a los coches de caballos, lo que se convierte en argumento recurrente para Lino Novás, quien sin duda creció –literariamente hablando– bajo la influencia de Faulkner, de quien sería traductor y estudioso cuando aquí el autor de The Sound and the Fury era un absoluto desconocido y Lino Novás Calvo publicaba alguno de los relatos incluidos en Otras maneras de contar en Revista de Occidente (1932). De Faulkner, Lino Novás toma la reelaboración espacial desde la realidad vuelta a transformar en mito, también esa capacidad fabuladora que se anticipa al realismo mágico. Innecesario decir que Novás Calvo –en nuevo malentendido– perdió en su momento el tren del boom novelístico latinoamericano. Estamos aún a tiempo de poner las cosas en su punto, también gracias a la introducción modélica de Carlos Espinosa Domínguez, antólogo, a su vez, de los relatos que aparecen en Otras maneras de contar, libro que se acompaña de un pequeño glosario, un tanto atrabiliario y caótico.

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