La vocación del Dr. K
En los capítulos anteriores. He relatado el choque inicial de Sara con el hemisferio doliente, su llegada a Calcuta, su instalación y su primer día en la clínica callejera del Dr. K. También cuento cómo conocí a Sara, antes de que ella se fuera a India y yo a la Universidad de Minnesota en Saint Paul, así como mi primera experiencia en los campos experimentales de dicha universidad.
Fue como una claridad marítima surgida después de la lluvia ?me escribió Sara en una ocasión?, bastaron apenas unas horas bajo la influencia del Dr. K para que viera con nitidez mi lugar en este otro hemisferio. Caí en él como por una resbaladiza pendiente inadvertida, sin vuelta atrás y sin querencia por lo perdido. Y así de súbita e irreversible debió de ser su mudanza, a juzgar por la firmeza con que mantuvo el rumbo a partir de entonces. Sin embargo, no es obvio en qué pudo consistir la influencia de K., a quien nunca llegó a conocer personalmente.