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Histrión

Un gran futuro a mis espaldas

VITTORIO GASSMAN

Acantilado, Barcelona

Trad. de Celia Filipetto

344 págs.

18 €

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Una de las posibles gracias –tiene muchas más, desde luego-de Vittorio Gassman es la de ser un gran histrión. También cuando coge –mejor dicho cogía, pero es que resulta difícil leer sus memorias Un gran futuro a mis espaldas e imaginarlo desaparecido para siempre– la pluma. La de memorialista, poeta, teórico del teatro y por ahí seguido. Un gran histrión o un honestísimo fingidor y la alusión a Pessoa aquí encaja perfectamente porque empezando por el título del libro –cabalmente traducido por Celia Filipetto, quien se maneja muy bien en italiano y en español– todo resulta en él exageración, paradoja, temperamento sobreactuado, pedantería y vanidad. Es decir, cualidades o peculiaridades que podrían valer para intentar definir el histrionismo de un actor –en primer lugar– que permanecerá entre nosotros por dos o tres películas (de las más de cien que rodó, muchas absolutamente prescindibles, se salvan La escapada, Arroz amargo y poco más), pero sobre todo por su talento de intérprete teatral. Y en este apartado son valiosísimas sus memorias, en las que Gassman glosa sus subidas a los escenarios, asimismo aquellas intervenciones suyas como activista, dinamizador, padre de grupos e iniciativas dramáticas que no hicieron sino poner en pie la leyenda que lo acompaña y que por las características del género deberá basarse en testimonios orales de quien tuvo la suerte de verlo en directo, pues las grabaciones, en vídeo o magnetofónicas, nunca harán la justicia debida a tan gran actor. Queda, por otra parte, el escritor que en Un gran futuro a mis espaldas despliega sus habilidades. Conceptuales y técnicas. En cuanto a lo primero, dígase ya que Un gran futuro a mis espaldas le ahorra al lector, de entrada, todos esos prolegómenos tan tediosos en que muchos memorialistas se muestran encantados de disponer de troncos familiares bien frondosos. Tanto que no se los ahorran al sufrido lector. Vittorio Gassman, sí, y eso que salimos ganando. Lo que no quita que aparezcan los antecedentes inmediatos, padres, hijos y mujeres, que fueron unas cuantas, en un retablo variopinto tirando a melodramático, pues hay que agradecer a este autoractor que no se nos ponga estupendo. Luego está que en su entrega –pero no tanto pues aquí hay un sabio distanciamiento– autobiográfica Gassman aporta la brillante contextualización de un tiempo que nunca podrá volver, pues los dioses de Hollywood, y Vittorio también lo fue incluso en su condición de consorte (de la diosa Shelley Winters), ya no son tan humanos –ahora priva la virtualidad– como lo eran en los sesenta y en los setenta, que es cuando Gassman impuso su talento. A propósito de Winters surgen algunas de la mejores páginas del libro, cuando Gassman matiza las palabras de la que fuera su esposa y madre de una de sus hijas. Y es que Shelley Winters se ocupó, ajustando cuentas, del genovés en su autobiografía. Innecesario decir cómo suena a sincero (aunque de sinceridad histriónica un sujeto que confiesa en Un gran futuro a mis espaldas su tendencia compulsiva a la bebida, protagonista esta de gran parte de sus años, no tan perdidos como pudiera hacernos creer Gassman en acto de histriónica coquetería. Y por eso resulta sincero el acto protagonizado por Shelley y Vittorio, con matices shakespearianos incluidos. Referido a la técnica escritora, digamos que Gassman hace lo imposible porque su libro sea un muestrario de géneros y actitudes. De géneros, porque en él conviven el teatro, la narración, el espíritu ensayístico y la poesía, de modo que el lector viaja en ameno carrusel, de un lado para otro, admirado de la ductilidad camaleónica del genovés. De actitudes, porque semejante ductilidad va pareja a los estados anímicos de Vittorio Gassman: un actor poliédrico, un escritor de múltiples espacios que –a tenor de este libro– se tomaba la literatura muy en serio, pero no tanto como para abordarla desde una dimensión imposible. La suya, tan exacta.

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Ficha técnica

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