Desde el principio, los lectores de este libro «quedan advertidos». Sus páginas ?dice el autor? están escritas con descaro y sin miramiento, en un combate moral y político «a vida o muerte» entre la democracia y uno de sus enemigos: el separatismo. Éste pretende romper España al precio de acabar con la democracia. Es «una flecha envenenada que ha hecho diana en el centro mismo de nuestra convivencia nacional».
El último desafuero de la aventura separatista en Cataluña ha significado la mayor agresión en cuarenta años al régimen de derechos y libertades que nos dimos los españoles. El intento de amputar «por las bravas» una parte del territorio de la comunidad política española, el secuestro de la voluntad de todos, el desprecio y la burla de la ley común, han sido perpetrados desde instituciones públicas cuya legitimidad, autoridad y poder dimanan del «Estado social y democrático de Derecho» que es España. La fechoría se ejecuta «sin dejar de dar vivas a la democracia» (p. 73) y de ahí que la maniobra resulte más ofensiva e hiriente. Escandaliza la desvergüenza moral e intelectual, la frivolidad, indulgencia y equidistancia con la que personas solventes en su campo, instituciones respetables y tantas «almas bellas» han abordado este asunto (p. 66).