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La excelencia de la sencillez

Odisea

HOMERO

Ilustraciones de John Flaxman

Trad. y pról. de Carlos García Gual

Alianza, Madrid, 502 págs.

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Como culmen, y origen a la vez, de su dilatado y prolijo estudio sobre la novela griega –cabe citar, entre otros títulos, Los orígenes de la novela o Las primeras novelas europeas– y de su labor metafrástica de relatos helenísticos e imperiales –baste recordar Argonáuticas de Apolonio de Rodas, Relatos fantásticos de Luciano de Samósata, o Dafnis y Cloe de Longo de Lesbos–, García Gual ha preparado una excelente edición –que consta de prólogo, nota bibliográfica, traducción e índice onomástico– de la Odisea, obra inaugural, junto con la Ilíada, de la literatura griega y de la tradición literaria occidental.

En este sentido, la Odisea, que es el nóstos (regreso) de Ulises desde Troya a Ítaca tras finalizar la Guerra de Troya, es considerada por el propio García Gual como «prototipo auroral de todos los relatos de viajes fantásticos y novelescos» (p. 8 del prólogo). Esta versión de la obra homérica consolida, además, la grata tendencia a la traducción de obras clásicas que se ha acrecentado en los últimos treinta años, ya que, desde que apareciese la primera traslación completa de la Odisea a mediados del siglo XVI , no ha existido nunca tal acumulación de traducciones en tan breve lapso de tiempo como la producida en este último período, en el que se han sucedido media docena tanto en prosa como en verso.

En su edición, García Gual opta por verter en prosa el hexámetro homérico, con lo que logra primar la expresión lingüística de la lengua homérica y atenerse a la rigurosa –«constante y transparente» (p. 35 del prólogo)– traducción literal palabra por palabra. Decidirse por esta opción supone siempre recoger la tensión entre la fidelidad extrema al original y la diferente estructura del griego antiguo y del español, e incluso correr el riesgo de perder el estilo poético de la lengua original y aquellos artificios rítmicos que operan desde el significante y que son reacios al «poliglotismo». Ahora bien, García Gual, como consumado traductor, consigue salvar parte del poder de evocación y sugestión sentimental y sensorial del verso de Homero con mecanismos específicos de la prosa.

La épica homérica posee la forma de una lengua literaria artificial en la cual confluyen elementos de siglos pretéritos de variado origen: escenarios y motivos típicos, frases hechas, versos formularios, epítetos constantes…; es decir, un material tradicional que el aedo va ensamblando y renovando para formar una nueva trama. Estos componentes, sin embargo, son traducidos elegantemente por García Gual, que los envuelve en una sintaxis sencilla, aunque abundante en hipérbatos, y los adorna con un léxico arcaico, de manera que consigue trasladar el fondo y la forma de la obra helena conservando en todo momento su tersura y su bella ingenuidad.

Otros aspectos positivos que deben mencionarse son, por un lado, la riqueza léxica utilizada para traducir un mismo vocablo griego por medio de «variados términos, pues al lector moderno las repeticiones de palabras le resultan más pesadas que a los antiguos» (p. 35 del prólogo) y, por otro, la cautela del traductor para evitar los anacronismos o, como él mismo declara, no introducir conceptos posteriores a la época de Homero, como es el caso, por ejemplo, de «espíritu» o «idea».

Pericia y minuciosidad juntas dan como resultado, entonces, no sólo una versión fiel a Homero, sino ágil y resplandeciente, dotada de esa ternura propia de lo arcaico. Y, así, el texto exhala una elegante frescura.

Fruto de su investigación sobre la novela griega y sus orígenes y de su profundo conocimiento de la Odisea es, sin duda, el breve pero apretado prólogo en el que se apuntan diversos temas. En él se destacan, por ejemplo, los nuevos y modernos aires novelescos de la Odisea frente a su hermana mayor la Ilíada, o el tratamiento de sus diversos escenarios –tan diferentes del espacio único de ésta– para hacerlos corresponder con las diferentes facetas de Odiseo; la organización de su esquema narrativo en tres secciones: la «Telemaquia», que se centra en el ambiente hostil de Ítaca y en el viaje de Telémaco en busca de una razón acerca de su padre (cantos I-IV), en las aventuras marinas de Ulises (cantos V-XII), y en la retardada llegada del protagonista a su patria y su venganza sobre los pretendientes (cantos XIII-XIV); la descripción de los discursos de Odiseo, quien en múltiples ocasiones inventa distintas historias sobre su periplo y sobre su vida; la renuncia a localizar en un mapa –como tantas veces la crítica homérica ha intentado– sus numerosas aventuras marinas; la atención al respetuoso y moderno retrato que hace Homero de las figuras femeninas y a la importancia que cobra en la obra el mundo de los humildes; la controversia para adjudicar al anciano de Quíos ambos poemas épicos; y la mención y referencia, en fin, de algunos «inagotables ecos» y traducciones al español que la Odisea ha suscitado a lo largo de la historia.

No puede acabarse este comentario, por tanto, sin afirmar que esta nueva traducción de la Odisea, precedida de un prólogo tan sugerente, constituye una excelente muestra de lo que debe ser una labor, no sólo precisa y ajustada, sino también evocadora.

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Ficha técnica

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