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Último terremoto en Chile

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Leemos sobre el gran terremoto ocurrido en Chile (8,4 en la escala de Richter) el pasado 16 de septiembre en el centro del país, con epicentro cerca de la ciudad-puerto de Coquimbo, al norte de Santiago, la capital. El satélite medioambiental Sentinel-1A pudo determinar con gran precisión cuánto y dónde se movió el terreno como consecuencia del terremoto: entre el 4 de agosto y el 17 de septiembre de 2015, el terreno se desplazó 1,4 metros en la dirección de observación del radar y 50 centímetros en la dirección de vuelo de este satélite. Y todo eso se originó cerca del puerto de Coquimbo y de una casa que no lejos de allí tienen nuestros queridos colegas y amigos chilenos Carol y Claudia, lugares de los que guardamos un grato recuerdo. Nos hemos puesto en contacto con ellos y ahora no puedo resistirme a compartir con los lectores de este blog la vívida narración que nos ha hecho Claudia.

«Todo empezó cuando comíamos una rica comida norteña: caldillo de congrio y ensalada para Carol, reineta [pez hacha] a la plancha con dos ensaladas para Lenia y yo mi feroz empanada de locos [molusco] y queso en una “picada de camioneros” frente a la costa de Pichidangui. Era un local nuevo, todo de madera (¡¡¡¡menos mal!!!!), pequeño pero acogedor, y lo atendía un mulato gay ecuatoriano, lento pero encantador. Afuera habría de unos siete a ocho camiones estacionados. Esto fue lo que nos hizo parar allí. Si paran los camioneros, debe ser bueno.

Mis tres perros, que siempre nos acompañan en estos viajes, estaban tranquilos en el Toyota esperando que termináramos de comer. Ellos ya habían tenido su paseo poco rato antes. Casi al término de nuestra rica comida, porque todo estaba muy bueno y fresco, ¡¡¡esta pequeña casa se empezó a mover!!! ¡¡¡Y a mover!!! Cada vez más. Los camioneros que comían tranquilos salieron TODOS hacia fuera y hablaban de terremoto. Yo todavía no me daba exacta cuenta de lo que pasaba… Era una rara sensación, distinta a otras veces, pero salí casi corriendo después de mirar al techo y ver que había un tubo fluorescente no muy firme justo encima de mi cabeza. Carol también salió y prendió su radio Bío Bío para saber dónde era el origen de este baile. El ecuatoriano miraba con ojos muy blancos y desorbitados. Afuera los camiones bailaban de lado a lado, y mi Toyota Rav, para no ser menos, también se movía. Los perros creo que estaban tranquilos. No fui a mirarlos porque a estas alturas ya estaba con mucho susto. De repente, miro hacia el interior del restaurant, y veo a Lenia tranquilamente comiendo su reineta sola, ¡¡¡¡¡sola en el comedor!!!!! “¿¿Y TÚ??”, le digo. “Es que estas cosas no me dan susto”, contesta con la boca llena de reineta. ¡¡¡¡¡¡Y el baile seguía!!!!!! Fue muuuuy, muuuuy largo. Creo que el más largo que he sentido en toda mi experiencia de terremotos.

Mirando hacia Pichidangui, uno de los camioneros me dice: “Mire, alerta de tsunami…” Y yo le digo “¿¿¿Dónde??? ¿¿Cómo lo sabe??” Y contesta “¿¿¿Ve esa luz roja allá en el pueblo??? Esa es alerta de tsunami, y todas las luces de los autos van hacia el camino de arriba, están evacuando seguramente”. Yo, la verdad, no le creí. Creí que era pura exageración. ¡¡¡¡Pero era la absoluta verdad!!!! La alerta fue muy inmediata y los autos se alejaban del sector costero. ¡¡¡Es que esta gente cuando mira, ve y deduce!!! ¡¡¡¡Lo que es yo, miro pero no veo y menos deduzco, entonces!!!!

Como comprobé su sapiencia, le pregunté qué debíamos hacer: si quedarnos allí o seguir camino. Y me dice muy seguro, como si los terremotos grado 8 fueran cosa de todos los días para él: “Váyanse a un kilómetro a la COPEC [gasolinera]… Esa está en lugar alto y seguro. Quédense allí hasta que pasen unos cuarenta y cinco minutos”. Pagamos la súper comida: no me creerán, $13.500 (aproximadamente, veinte euros) ¡¡¡¡¡por los tres más las bebidas!!!!! Y nos fuimos a la COPEC. Y mucha gente hizo lo mismo. La COPEC se llenó de autos estacionados y a la espera. Aproveché de pasear a los perros otra vez, y como a la media hora decidimos seguir camino hacia Guanaqueros.

Fue un recorrido bastante peligroso. Primero, porque en algunos sectores el camino se acercaba mucho a la costa y no se veía nada. Carol aprovechaba de asustarme aún más diciendo: “¡¡Mira!! ¡¡¡Parece que se está saliendo el mar hacia el pavimento!!!” ¡¡¡¡¡MUUUUY agradable!!!!! Y segundo, en el sector anterior al puente El Teniente, los cerros se habían desprendido y la mitad de la carretera estaba LLENA de ENORMES rocas y piedras muy grandes. En algunos sectores ya estaba señalizado por vialidad (trabajaron MUY rápido), pero más hacia el norte estaba sin señalización, por lo que había que andar sólo por la izquierda y bastante lento. ¡¡¡¡Fue una suerte que estas rocas no alcanzaran a casi ningún auto!!!! Sólo vimos uno abollado y andando a duras penas. Al otro lado de la carretera, en dirección hacia Santiago, sí vimos un gran accidente por caída de rocas y un taco de camiones hacia atrás ¡¡¡¡de más de tres kilómetros!!!! Nosotros dijimos: “Menos mal que a nosotros no nos tocó, ¡¡¡¡¡estamos con mucha suerte!!!!! Pero esta suerte nos duró sólo hasta la entrada a Guanaqueros. En el peaje vemos sendas barreras bajadas y varios autos detenidos. Me bajé a preguntar y la respuesta fue: “Hay alerta de tsunami en todo el borde costero de Chile entero (!!!!!) y no puede pasar nadie hasta que no se levante la alerta”. “Pero señor, nosotros vivimos a sólo quinuentos metros de acá, una casa que está a más de 70 m de altura sobre el nivel del mar, es un lugar absolutamente seguro” ¡¡¡¡NO HUBO CASO!!!! Me contestó que ni la televisión había podido pasar. Que eran órdenes de la ONEMI (oficina de seguridad del Ministerio del Interior). ¡¡¡¡Y nosotros con tres perros bien aburridos adentro del auto!!!! Pero se portaron de maravilla, ¡¡¡¡porque estuvimos HASTA LAS 6:10 AM detenidos allí mismo!!!! O sea, nos dejaron ¡¡¡¡siete horas!!!! a la espera de que se levante la alarma de tsunami. En mi desesperación, y a instancias del Sacha, que nos entretenía con sus mensajes para acortarnos la espera, llamé dos veces a la ONEMI Coquimbo. Para mi gran sorpresa, me comunicaron inmediatamente, pero me repetían siempre lo mismo: “Hay alerta de tsunami en todo el borde costero”. Yo le trataba de explicar nuestra situación, de vivir muy cerca y en lugar muy seguro… ¡¡¡¡Nada!!!! Como un robot, repetía lo mismo. Terminé gritándole que esto era sólo porque habían dejado la cagada hacia cinco años y ahora estaban asustados de dejar otra, pero que hacían todo mal y sin criterio. Me pidió mi nombre y mi teléfono. Y dijo que vería qué podía hacer. En la segunda llamada, ya tipo 5:30 AM, le grité que mi marido era cardíaco, que ya no daba más, que se sentía mal, ¡¡¡¡y que si él moría allí en el peaje yo iba a armar la grande!!!! Puede ser que esto haya influido algo, porque cuarenta minutos después llegó un aviso a los celulares que la alerta de Coquimbo se terminaba. ¡¡¡¡Inmediatamente TODOS los autos detenidos empezaron a tocar la bocina para apurar a los fulanos que manejaban las barreras!!!! ¡¡¡Y logramos pasar!!! Y llegar a nuestra casita a descargar perros, maletas y comidas, todo a oscuras, buscando velas, y a prepararnos un buen desayuno. Ya como a la media hora recién empezaba a aclarar, saqué a los perros a caminar y luego nos acostamos los tres, Carol, mi hermana y yo, a dormir!!!! Dormimos hasta las 10 AM. Por supuesto, que el estar más de 15 horas sentada en el auto tuvo sus consecuencias para mi espalda, y me he sentido bien dolorida. Pero ya está pasando. Esta fue nuestra aventura. ¡¡¡¡¡Será un cumpleaños inolvidable el de los setenta años!!!!!

¡¡¡¡¡Pero nos salvamos de algo peor!!!!!»

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Ficha técnica

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