Humanidades muertas
Es probable que, desde su mismo nacimiento, el estudio de las humanidades haya tenido que coexistir con el temor a su desaparición. Sin embargo, hay que reconocer al ministro de Educación de Japón el mérito de haber hecho realidad esos temores de una manera fulminante, a saber: ordenando a las ochenta y seis universidades de su país el cierre de sus facultades de Humanidades o, cuando menos, su transformación en algo más útil a la sociedad.