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TEATRO MEDIEVAL 2

Teatro medieval. 2: Castilla

MIGUEL ÁNGEL PÉREZ PRIEGO (EDIT.)

Barcelona, Crítica (Páginas de Biblioteca Clásica), 1997

280 págs.

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El panorama del teatro castellano del Medievo ha cambiado notablemente en los últimos veinte años, en especial tras el magno acontecimiento que supuso la publicación del libro de Carmen Torroja Menéndez y María Rivas Palá, Teatro en Toledo en el siglo XV . «Auto de la Pasión» de Alonso del Campo, Madrid, Real Academia Española, 1977. El rastreo de documentos llevado a cabo por ambas estudiosas entre los ricos fondos del Archivo de Obra y Fábrica de la Catedral de Toledo y el feliz hallazgo de un borrador que contenía el esbozo y desarrollo de varias obras de Alonso del Campo, elevó a tesis inamovible la mera sospecha de una tradición dramática toledana con raíces tan antiguas como las de la Representación de los Reyes Magos; a ese respecto, fue también determinante un artículo de Alberto Blecua de 1988 que buscaba los basamentos de todas esas piezas del Corpus Christi en piezas dramáticas preexistentes en la iglesia mayor de Toledo. La adición de esos deslumbrantes materiales a los apuntes sobre representaciones en la seo toledana reunidos por Felipe Fernández Vallejo en 1785 (en un manuscrito de la Real Academia de la Historia) ofrece un panorama deslumbrante en su conjunto; de hecho, los textos y documentos toledanos constituyen uno de los dos pilares de la presente edición; el otro continúa siéndolo, como cabría esperar, la producción de Gómez Manrique.

Respecto de las ediciones al uso (la antigua de Lázaro Carreter o las modernas de Surtz y Álvarez Pellitero), la gran novedad es, sin lugar a dudas, la incorporación de un par de apéndices: en el primero, se reúnen documentos relativos a representaciones y espectáculos que yo mismo había agavillado, con la reproducción de pasajes o fragmentos mínimos, en mi libro de 1991 (El teatro medieval castellano en su marco románico); por su parte, en el segundo se recogen los dos testimonios más notables de festejos palaciegos y ciudadanos, con la fiesta navideña celebrada en casa de Miguel Lucas de Iranzo y la coronación de Fernando de Antequera como rey de Aragón. La importancia de esta documentación para el estudio del teatro y los espectáculos medievales hace que su presencia en este volumen resulte inobjetable y resulte utilísima para impartir cualquier curso sobre la materia. El editor ha procedido de un modo conservador a la hora de seleccionar los materiales, consciente de que, de recoger todo testimonio con posibilidades dramáticas de forma exhaustiva, el volumen podría resultar descompensado y hasta podría desvirtuarse (los más modernos trabajos sobre los límites de la teatralidad medieval pertenecen a Sirera, a un servidor y a Rodado Pérez, aunque este artículo de 1995 se les ha escapado a muchos).

Pérez Priego ha preferido quedarse con aquellos textos y documentos más significativos e irrefutables, aunque ciertamente siempre se podría ampliar la lista de testimonios sin dar en riesgos de ninguna índole. Al menos, creo yo, habrían cabido determinados documentos en el prólogo, arropados por las advertencias oportunas, como es el caso de los controvertidos pergaminos zamoranos del siglo XIII, que el responsable de este volumen conoce bien pero silencia; otro tanto cabe decir de unos cuantos recibimientos reales y fiestas palaciegas (recogí varios en apéndice a mi libro), festejos de Corpus Christi (como los de Murcia, reunidos por Rubio García) o representaciones en iglesias y catedrales (las de León, en bloque). Dueño de sus pasos y con pleno dominio de la materia en todo momento, Pérez Priego ha procedido de acuerdo con su declaración de principios de la primera página, y nada se le debe objetar al respecto; no obstante, a mí personalmente me habría gustado ver alguna ficha adicional, lo que revela mi propia trayectoria investigadora en esta materia (como especialista en «crítica de exploradores» que soy). En cualquier caso, es indudable que, a lo largo de los próximos años, veremos una ampliación de la sección documental en otros trabajos semejantes (por ejemplo, en breve, verá la luz mi rastreo de materiales en Castilla y León, que incorpora decenas de documentos desconocidos hasta la fecha); más difícil será, sin embargo, incrementar la sección primera del volumen, que corresponde a textos dramáticos propiamente dichos, no sólo a documentos indirectos o muestras de espectáculos diversos. Cualquier feliz hallazgo de ese tenor dependerá en el futuro, como ha sucedido hasta la fecha, del puro azar, pues el texto dramático del Medievo no tuvo un espacio característico para su preservación semejante al de la poesía lírica o el roman.

Por lo demás, tan sólo queda reconocer el rigor profesional y la honradez características del profesor Pérez Priego, que ha medido fuerzas, y siempre con excelentes resultados, en los terrenos literarios más variados. Por lo que a la materia de este volumen atañe, cabe recordar varios artículos previos de indudable valor: en uno de 1989 atendió, sobre todo, a las representaciones palaciegas documentadas en la Crónica del condestable Miguel Lucas de Iranzo; en otro de 1991 editó y estudió uno de los textos de este volumen, la Égloga sobre el molino de Vascalón. Junto a ellos, destacan dos ediciones de representaciones del siglo XVI : la de un ramillete de obras de raigambre celestinesca y otra más del Códice de autos viejos. El presente volumen es, por tanto, una nueva muestra de la competencia tantas veces probada de este medievalista en el teatro primitivo.

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Ficha técnica

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