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Libros de encargo

Las vírgenes locas

VV.AA.

Lengua de Trapo, Madrid, 150 págs.

Ed., Rafael Reig

¿Quién mató a Harry?

VV. AA.

Plaza & Janés, Barcelona, 191 págs.

Coord., Elena Butragueño y Javier Goñi

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Entre los meses de mayo y septiembre de 1886 la revista Madrid Cómico, dirigida por Sinesio Delgado, se alistó en la vanguardia avant la lettre, publicando a modo de folletón una novela escrita a doce manos titulada Las vírgenes locas. Este curioso e incluso disparatado, pero siempre divertido experimento, ve de nuevo la luz gracias a una editora, Lengua de Trapo, que va más allá de lo comercial y de la ortodoxia. Las vírgenes locas lleva esta vez un prólogo concienzudo de Rafael Reig, quien analiza el intento después de que haya caído una lluvia, y bien intensa, psicoanalista, deconstructivista y decodificadora. Es decir, que Reig no le hace ascos a Derrida, Lacan o Foucault –sobre todo Foucault– a la hora de introducir la novela que inicia Jacinto Octavio Picón y finaliza Eduardo de Palacio. Porque el epílogo de Luis Taboada es justamente eso, un epílogo que poco añade, a fuer de explicativo, a un final, el de Eduardo de Palacio, en «suspensión». Y Las vírgenes locas no merecía otro remate. La novela se le ocurrió a Sinesio Delgado para cubrir los espacios huecos por causa del verano de una revista variopinta en la que, por cierto, ejercía la crítica literaria, afilada y a veces caprichosa (como el tiempo terminó por demostrar), Leopoldo Alas «Clarín». La novela concebida por Sinesio no tendría un plan fijo. Simplemente cada autor escribiría un capítulo cuyo remate habría de servir como punto de arranque para el escritor que tomase el relevo. Esos autores, de los que ya he citado tres, no han quedado en la posteridad salvo en el caso de «Clarín», si bien algunos de ellos son nombres familiares para quien escudriñe en los rincones de la literatura española, así Vital Aza o José Ortega Munilla. Alguno, Ramos Carrión, por ejemplo, ha quedado más bien en el ámbito zarzuelero. Y de otros, como Pedro Bofill, José Estremera o Segovia Rocaberti, nunca más se supo hasta la reaparición de Las vírgenes locas. Mención aparte merece el incógnito Flügel, que a mí me recuerda al propio «Clarín», aunque siguiendo a Reig resulte difícil y sobre todo inútil averiguar quién se oculta tras el seudónimo. Las vírgenes locas, a estas alturas de la película, resulta algo más que un hallazgo arqueológico. Tras de su contenido, variopinto y tantas veces disparatado, se halla una clara voluntad transgresora. También la espontaneidad de unos autores que, en todo caso, no debían medir sus pasos del modo que lo hacían al presentarse en libros de su única responsabilidad. Como era de esperar lo mejor del libro, que va de la novela gótica a la idealista, pasando por la parodia naturalista y el legendarismo, sin olvidar atisbos humoristas, facción preastracán, es la aportación de Leopoldo Alas. Eso sin desdeñar la de Flügel, y la de un sorprendente Vital Aza (coincido con Reig). En el «a guisa de prólogo» que abría el folletón Sinesio Delgado se preguntaba: «¿Qué saldrá de aquí?». Para responderse: «Veamos lo que sale». Pues eso.

También un libro de encargo resulta ser ¿Quién mató a Harry?, homenaje explícito a aquella estupenda película de Hitchcock The troublewith Harry, en la que uno no sabía si admirar más los rojos otoñales de Wisconsin o los de la cabellera de Shirley MacLaine. ¿Quién mató a Harry?, coordinado por Elena Butragueño y Javier Goñi, que son los que le ponen la guinda al pastel dando su versión de los hechos, está escrito por diez autores a partir de un pie forzado. Leídos todos los pies en sucesión, que es lo que ocurre al final del libro, se obtiene una historia, o más bien un esbozo de historia, ni mejor ni peor que las que conocen los aficionados a la literatura o al cine «negros». Butragueño opta por la modalidad fílmica, Goñi por la literaria, y al cabo las dos interpretaciones resultan lo mismo. No así las diez historias, firmadas en alguno de los casos por nombres punteros de la narrativa española, como Luis Mateo Díez, Martín Garzo, José María Merino o Enrique VilaMatas. Los diez relatos, efectivos y siempre dignos se caracterizan por una gran variedad, Merino por ejemplo aborda un mundo futurista, desnudo y desasosegante, a lo Riddley Scott, más de lo mismo en la fusión cine-literatura, y Vila-Matas da un quiebro final inteligente y esperpéntico. Ninguno de los diez relatos encaja con los restantes. Y aunque ello fuera previsible tal vez radique en ello la gracia de su contenido, tan descabalado como las versiones del pobre Harry hitchcockiano. Con todo, y esto también es subjetivo, me divertí mucho con los relatos de Benítez Reyes y Juan Bonilla; vueltas de tuerca, no exentas de mala uva, al mundillo literario. Elvira Lindo, por su parte, nos ofrece un cuento realista puro y duro que se llama ¿Dónde está el perro?, en el cual también hay crónica y denuncia. Otro enfoque para un libro libertario y no, nada, libertino. Y es que en este sentido Las vírgenes locas resulta bastante más moderno y transgresor que ¿Quién mató a Harry?

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