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La perspectiva demográfica

Historia de la familia europea. Vol. I. La vida familiar a principios de la era moderna, 1500-1789

DAVID I. KERTZER, MARZIO BARBAGLI

Paidós, Barcelona, 2 vols., 487 págs.

Trad. de Ramón Ibero

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Una de las primeras conclusiones que se saca de la lectura del primer volumen de esta ambiciosa historia de la familia europea es que en la Edad Moderna esa familia sencillamente no existía, al menos como modelo uniforme. En primer lugar, los autores toman como punto de partida la clásica tesis de John Hajnal sobre la existencia en Europa de dos pautas de matrimonio Véase sobre todo su «European Marriage Patterns in Perspective», en David V. Glass y David E. C. Eversley (eds.), Population in History, Eduard Arnold, Londres, 1965, págs. 101-135.. El modelo que predominaba en el oeste del continente se caracterizaba por una edad de primer casamiento tardía (entre veinticuatro y veintiocho años) y una proporción relativamente alta de celibato definitivo. En el segundo, característico del este y de la mayor parte del resto del mundo, predominaban los casamientos tempranos y muy poca población célibe. Pero, según los autores, las diferencias no son sólo ésas, ni se limitan a la existencia de dos modelos coherentes. En realidad, señalan que también dentro de cada una de esas dos áreas geográficas hubo tantas diferencias locales, y entre unos períodos y otros, en aspectos tales como la organización del hogar, los sistemas de herencia y las relaciones de parentesco, que resulta imposible hablar de una familia europea, en el sentido de una pauta dominante.

También las fuentes de esta diversidad son sometidas a revisión. Varios autores, entre ellos Lloyd Bonfield y Jeffrey Watt en sus capítulos sobre legislación familiar y el impacto de la Reforma, respectivamente, demuestran que las diferencias entre protestantes y católicos –que antes recibían énfasis en la historia de la familia– eran más aparentes que reales. Así, mientras el rechazo protestante de la doctrina católica que consideraba el matrimonio un sacramento abría la puerta para el divorcio, en la realidad poquísimos protestantes hicieron uso de esa posibilidad. Del mismo modo, no está claro que hubiera diferencias tan acusadas como se creía antes entre los comportamientos demográficos y familiares de las distintas clases sociales. Aunque existían obvias desigualdades en el acceso a toda índole de recursos y en niveles de consumo, como queda bien documentado en el capítulo de Raffaella Sarti sobre la cultura material, muchas veces los cambios– por ejemplo, en las tasas de mortalidad infantil y juvenil– afectaban a las diversas clases de forma parecida. El ensayo de Pier Paolo Viazzo ofrece un excelente resumen del impacto del régimen demográfico sobre los comportamientos en el ámbito familiar. Demuestra la gran importancia que tuvieron las variaciones locales y generacionales en la configuración del desigual mapa familiar europeo, y localiza en el siglo XVIII los comienzos de unas tendencias demográficas vinculadas más estrechamente a grupos sociales específicos.

Sin embargo, si los resultados parecen demasiado mixtos y fragmentados para permitir hablar de una familia europea, no se puede decir lo mismo de la visión histórica que impregna este libro. Tanto los editores, que han contribuido con una muy útil introducción general que resume las aportaciones del volumen, como los autores de los capítulos individuales, hacen hincapié en la necesidad de superar los marcos locales y sobre todo nacionales en los cuales se ha desarrollado tradicionalmente la historia de la familia. A través de la comparación de una amplia gama de datos empíricos, los autores exploran varios problemas relacionados con la vida familiar en todo el ámbito europeo, incluidas las zonas musulmanas del sureste bajo control otomano Sin embargo, llama la atención la relativa ausencia de referencias a casos españoles, lo cual sugiere que, a pesar de los grandes progresos que se han registrado en los últimos años en la demografía histórica e historia de la familia, los resultados de estas investigaciones siguen traspasando los Pirineos con cierta dificultad.. Y aunque algunos capítulos se revelan más inspirados que otros, el conjunto de la obra constituye una síntesis rigurosa y de interés no sólo para el lector general, sino también para el especialista en historia moderna que desee conocer más de cerca los últimos aspectos de consenso dentro de un campo que ha desempeñado un papel protagonista en la renovación de la historiografía modernista en las últimas generaciones.

Isabel Morant abarca muchas de las cuestiones tratadas en el libro editado por Kertzer y Barbagli, pero plantea un reto muy diferente. Su estudio continúa la búsqueda iniciada en un libro anterior, coescrito con Mónica Bolufer, dedicado a separar las luces y las sombras en el discurso ilustrado sobre el matrimonio, las mujeres y la sexualidad Isabel Morant Deusa y Mónica Bolufer Peruga, Amor, matrimonio y familia: la construcción histórica de la familia moderna, Editorial Síntesis, Madrid, 1998.. Las luces incluían los avances innegables en relación con cuestiones como el consentimiento de las hijas a los matrimonios propuestos por los padres y otros de los grandes debates dentro y sobre la familia del siglo XVIII. Las sombras se localizaron sobre todo en la continuidad con el discurso tradicional, en particular las limitaciones impuestas a la capacidad de actuación de las mujeres por su relegación a la esfera doméstica, algo que se intensificaba con la redefinición de las mujeres por parte de los ideólogos masculinos de la Ilustración, que las veían como seres especialmente sensibles. En su nuevo libro propone retroceder en el tiempo para examinar con detenimiento ese «discurso tradicional». Y en esta tarea tropieza con varias sorpresas, entre ellas unas marcadas discontinuidades entre Renacimiento e Ilustración, y sobre todo la insospechada riqueza y complejidad de las exploraciones por los humanistas de cuestiones como las diferencias de género, o las razones a favor y en contra del matrimonio, el celibato y otras elecciones prácticas de la vida.

Su análisis versa sobre cinco autores: Erasmo, Vives, y, en un plano más discreto, Rabelais, Luis de León y Montaigne. Si hay un héroe, ése es Erasmo. Es el único de entre todos estos autores dispuesto a dar voz a las mujeres, de articular un punto de vista diferente de la eterna tendencia masculina a hablar en nombre de las mujeres para dictar su comportamiento, sus pensamientos e incluso sus emociones. Morant llama la atención sobre la importancia de un texto en particular: el coloquio de la mujer malcasada que en vez de aceptar su situación con resignación levanta la voz contra el tirano de su marido. En este diálogo, Erasmo expone los enormes problemas que resultan cuando los hombres no cumplen con sus deberes morales y sociales hacia sus esposas, dando así una visión del matrimonio en apariencia realista, además de más equilibrado en la distribución de responsabilidades.

El resultado es una lectura pausada, detenida y, sobre todo, matizada que da varias vueltas sobre las mismas cuestiones, observándolas desde ángulos y perspectivas diferentes. Como indica en su prefacio, Morant se inspira en el tipo de historia practicada por Roger Chartier, conocida por su énfasis en «la construcción cultural de lo social». Poniendo el acento sobre la «representación» en vez de la «realidad», dedica poca atención a prácticas como la constitución y transmisión de las dotes, un elemento de organización familiar de enorme importancia para la imagen del matrimonio. Y si bien su concentración en un único plano discursivo, el de la filosofía moral volcada hacia el comentario social, le permite profundizar en su análisis, al mismo tiempo limita su enfoque, llevándole a prescindir de otros campos discursivos relevantes, como la medicina o el derecho. Sobre todo, evita entrar en la cuestión de la respuesta de las mujeres a las propuestas discursivas de los humanistas En algún momento le falla el optimismo, como cuando afirma que no sabemos lo que pensaba de todo esto la «figura silenciosa» (pág. 144) de Catalina Bora, la esposa de Lutero. Bora es precisamente una de las pocas mujeres alemanas del siglo XVI de las cuales nos ha llegado algún escrito suyo. De especial interés para este estudio es la carta que redactó en 1546 expresando su dolor por la muerte de su marido. Véase Jeanette C. Smith, «Katharina von Bora through Five Centuries: A Historiography», Sixteenth Century Journal, 30 (3), 1999, págs. 745-774; una traducción al inglés de este texto se encuentra en la pág. 771.. Es de esperar que en un próximo trabajo acepte este reto. Uno de los silencios más clamorosos de la historiografía modernista es lo poco que sabemos de lo que pensaban las mujeres sobre los comportamientos y las creencias que les prescribían los hombres. Hasta que localicemos y escuchemos esa «otra voz» «The Other Voice» es el nombre de una utilísima serie de textos escritos por o sobre mujeres de la Edad Moderna publicada por la University of Chicago Press. Hasta ahora han salido dos obras españolas, la Educación de la mujer cristiana de Vives (editada y traducida por Charles Fantazzi, 2000) y el Libro de las recreaciones de sor María de San José Salazar (traducción de Amanda Powell y edición de Alison Weber, 2002). En la actualidad Gianna Pomata está preparando una recopilación de escritos de Oliva Sabuco de Nantes., tendremos como mucho sólo una mitad de la historia.

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Ficha técnica

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