La fortaleza asediada es la obra maestra de Qian Zhongshu, un escritor y crítico literario de gran prestigio, excelente conocedor tanto de la literatura china como de las literaturas occidentales. La novela, que se publicó en 1947, dos años antes de la proclamación de la República Popular China, cuenta la historia de Fang Hongjian, hijo de una familia tradicional regida por las viejas costumbres que escapa a Europa para ampliar estudios, pero en realidad se dedica a perder el tiempo hasta que, falto ya de dinero, compra un título de una universidad fantasma y regresa a su país al inicio de la guerra chino-japonesa. Allí logra ocultar su situación mientras flirtea con dos mujeres que le atraen hasta que, por medio de un amigo, acepta una plaza de profesor en una oscura universidad del interior por buscar un medio de vida y para olvidar a la bella Tang. En el viaje conocerá a la señorita Su Wenwan, con la que acabará casándose en el último tercio de la novela, donde asistiremos a una exhibición de talento narrativo por parte del autor, ya que la esposa trata de dominar en la pareja con toda clase de artimañas insistentes y progresivas y el marido se deja comer el terreno sin darse cuenta, pero gastando la pólvora en salvas. El cambio de actitud de Su (la esposa) de soltera a casada está maravillosamente medido y expuesto.
En realidad es la historia del disgusto vital de un hombre mediocre atrapado en una existencia mediocre. El título viene de un proverbio francés que menciona la señorita Su y se refiere al matrimonio como una forteresse assiégée donde «los que están dentro quieren salir y los que están fuera, entrar», pero la intención del autor abarca mucho más allá del círculo matrimonial, pues es el relato de la formación sentimental y personal de un joven que no se encuentra a gusto en ninguna parte. Como relato de un alma ignorante, perezosa y también conmovedora sobreviviendo en una China que se encuentra a punto de dar el «gran salto adelante» no tiene precio. Está a la altura de los grandes retratos sociales del mundo moderno. En su deambular en busca de algo que llene su vida y le dé un sentido, Fang chocará con su propia impreparación, con su propia desgana («Encontrar un empleo no resultaría nada fácil, tener éxito en el amor tampoco»): conseguirá ambas cosas y el precio será tan desconsolador como su propia pequeñez. La escritura de Qian Zhongshu, armoniosa y prolija, posee un humor corrosivo que distribuye con largueza; no es hiriente, pero es implacable y es un observador agudo y preciso; con todas estas artes construye un minucioso y acabado retrato de la familia del antiguo régimen y de la nueva burguesía, previo a la llegada al poder de «Gran Timonel».
Es una novela admirable que practica el modo clásico chino de la sucesión de escenas y conversaciones, pero atravesada por la narrativa occidental; el resultado ofrece un equilibrio intelectual que revela a un autor muy refinado. La novela es, pues, un todo compuesto de partes inolvidables, como el hilarante viaje en autobús al interior del país en busca de la universidad perdida o la exhibición del rostro más cruel y mezquino de la posesión familiar y de la relación matrimonial. La «fortaleza asediada» del título no es más que el lógico final de una vida anodina, pero el autor toca el lado humano sin perder mirada crítica: compasión, perspectiva y corrosividad son sus armas, que emplea vigorosamente. Además, Zhongshu es un satírico, por así decirlo, delicadamente temible: no es de extrañar que abandonase la narración para dedicarse a la enseñanza con la llegada del maoísmo. Fue perseguido durante la Revolución Cultural y sólo a la muerte de Mao reapareció como el gran escritor que es.
No es fácil el acceso del lector español a la literatura china contemporánea; por eso la lectura de la novela de Zhongshu se convierte en imprescindible: por su calidad literaria, comparable a las mejores novelas europeas de la segunda mitad de este siglo, y por la posibilidad de entrar en contacto con un mundo casi desconocido de la mano de una mente privilegiada. Un gran libro, pues, en el más completo sentido de la palabra.
