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Espiral de violencia

Killer

PTRICIA MELO

Ediciones B, Barcelona, 1997

Trad. de Basilio Losada

221 págs.

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Killer, versión española de O matador, es la primera novela de Patricia Melo, una escritora brasileña joven aún desconocida entre nosotros. Killer es un libro un poco en el espíritu de aquella película de Martin Scorsese, Taxi driver; es decir protagonizada por un sujeto de los que, en un mundo neuróticamente violento, se toma la justicia por su mano. El protagonista de la novela de Melo se llama Máiquel, y sus andanzas tienen lugar en São Paulo, una ciudad áspera en un país, Brasil, donde proliferan las organizaciones (los siniestros escuadrones de la muerte) y aun los individuos especializados en aplicar su particular versión de la venganza social. Por cierto que resulta llamativo que en esta traducción de Basilio Losada –buena salvo el empleo erróneo de algún «falso amigo», refrigerante en español es refresco y no refrigerante (pág. 102)– se haya optado por un título inglés. ¿Tal vez en la seguridad de que todo el mundo asocia inmediatamente su significado? Bien, el «killer», el asesino de Patricia Melo, es un individuo tan perplejo como, pongamos, el «extranjero» de Albert Camus o cualquier personaje de Jim Thompson, sólo que éste una vez que ha empezado a andar, jaleado por los vecinos que entienden que su primera muerte, la de un violador, es digna de encomio ya no puede detenerse. Para Máiquel, y esta viene siendo la moraleja de Patricia Melo, matar es como andar en bicicleta; si te paras te caes. Por lo tanto Máiquel, aupado desde un origen humilde al disfrute de placeres reservados a las elites (con las que contrasta como asesino a sueldo en un momento dado), termina envuelto en un irresistible descenso a la abyección. El problema máximo de la novela de Melo es que su protagonista no está nada bien caracterizado, apenas unos trazos, a veces caricaturescos, que no terminan de hacerlo creíble. Y el cartón-piedra, como se sabe, no es de recibo en una novela realista (como ésta). Otro tanto ocurre con los antagonistas de Máiquel, tan borrosos como las escenas eróticas de la novela en las que Patricia Melo suple su alarmante falta de imaginación, más que erótica sentimental, con profusión de palabrotas (es decir, de sal gorda), que ni provocan, si tal era su pretensión, ni encajan bien en el discurso, definitivamente moralizante, que Killer conlleva. Sin embargo Patricia Melo parece haber captado bien el lenguaje sintético-elíptico de la novela negra, que a veces parece como si quisiera remedar. Con todo, incluso en su simplicidad, aquí se echa en falta la recreación de atmósferas tan características de las novelas negras o incluso de detectives, por no citar esas joyas de la corona que son las narraciones policíacas de Georges Simenon protagonizadas por el inspector Maigret. Luego está la capacidad, evidente, de Melo para reproducir en su novela el ritmo cinematográfico, lo que confiere vértigo a una acción que lo está pidiendo a gritos. Ahí se hallan las mejores virtudes de Patricia Melo, cuya novela sin duda no tardará en ser llevada a la pantalla grande, dándose de nuevo el caso de que un libro irregular produzca una película aceptable. Por lo demás, como reflexión sobre la violencia, la contraviolencia y sus razones, he de decir que Killer fracasa estrepitosamente. En la novela de Patricia Melo falta contundencia a la hora de juzgar, pero también sutileza a la hora de exponer razones.

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Ficha técnica

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