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Dos thrillers biotecnológicos

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No hace mucho asistí en la librería del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a la presentación de la novela Maná (L’Eliana, Carena, 2014), que ha escrito mi colega y amigo Daniel Ramón en colaboración con el cineasta y periodista Pedro Uris. Traigo aquí a colación esta historia, que los autores describen como un thriller biotecnológico, junto a otra, que transita por caminos parecidos de la mano del también colega y amigo Pere Puigdomènech: me refiero a El gen escarlata (Barcelona, Rubes, 2000), «una historia verídica que no ha ocurrido». Vuelvo así al tema de la Ciencia en la Literatura.

Ramón y Uris desarrollan a lo largo de más de quinientas páginas una compleja intriga cosmopolita que tiene todos los ingredientes de una novela de Agatha Christie: suspense, abundantes asesinatos, secretos industriales, falsas pistas, chinos y estadounidenses malísimos, mujeres interesantes, grupos antisistema, Barcelona, Ámsterdam, Berlín, Helsinki, Shanghái… Toda una trama en torno a la idea de obtener una planta transgénica que no tenga apenas requerimientos para desarrollarse en condiciones extremas y que posea unos contenidos en nutrientes que se ajusten exactamente a las necesidades nutritivas del ser humano: es decir, lo que se persigue es la reconstrucción mediante transgénesis del mítico «maná» de la Biblia. La narración está escrita en un lenguaje competente, a un buen ritmo y sin eludir unas descripciones técnicas cuyo rigor científico y fiabilidad están asegurados por la profesionalidad de Daniel Ramón, investigador, docente, creador de la empresa Biópolis y autor de un libro anterior, Los genes que comemos, que mereció el Premio Europeo de Divulgación Científica.

Igualmente cosmopolita es la novela corta de Puigdomènech, que nos lleva a sitios más o menos exóticos de México a Estados Unidos, siguiendo a personajes diversos, incluido algún chino, en torno a una trama igualmente biotecnológica, en este caso centrada en los genes que en el cáñamo son responsables de la síntesis de las drogas cannabinoides. Cuando leí esta historia, me hizo especial gracia porque yo venía comentando en broma que una forma de legalizar la marihuana sería la de transferir los mencionados genes a otra planta, como el geranio o el mismo tabaco. Pere Puigdomènech se encuentra entre los introductores de la ingeniería genética vegetal en nuestro país y es uno de los investigadores que nos representan más activamente en los medios científicos europeos, por lo que el elemento divulgativo es aquí igualmente fiable que en el caso anterior. Es de mencionar que Puigdomènech va más allá que Ramón y Uris, al incluir no menos de una docena de figuras técnicas que podrían muy bien formar parte de un libro de texto universitario.

En ambas novelas pueden encontrarse rasgos de humor que quizá sean más patentes para los iniciados en los arcanos biotecnológicos, ya que es en éstos donde se hallan dichos rasgos. Por ejemplo, cuando se explica que los genes para hacer que las plantas de maná sean resistentes a la sequía van a obtenerse de un escarabajo del desierto, uno no puede dejar de sonreír.

En una época en la que los géneros literarios pueden hibridarse e incluso hacerse transgénicos, la novedad de estas dos novelas radica en que la trama está al servicio de la divulgación y no al contrario. Puede decirse que sus autores han inventado la novela de divulgación o, si se quiere, la divulgación novelada.

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Ficha técnica

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