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Desdolarización

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Parte del poder de la propaganda radica en su capacidad para halagar la vanidad, el intelecto y el bolsillo de sus víctimas. Halagar la vanidad por medio de la propaganda consiste, por ejemplo, en hacerle creer al Incomparable –uno de sus modestos corresponsales– que la recibe porque pertenece a un selecto grupo llamado a salvar al mundo. Para halagar el intelecto, también por ejemplo, la propaganda hace creer al Sapientísimo –su otro humilde corresponsal– que los argumentos propagandísticos son los que su sin duda privilegiado cerebro considerará irrefutables y fuera de toda crítica razonable. En cuanto a halagar el bolsillo se refiere, a ninguno de nosotros nos va a costar un céntimo adquirir tal conocimiento impostado o profundizar en él, gracias al ilimitado y gratuito acceso online a, nos aseguran, fidedignas fuentes y definitivos análisis.

La propaganda se disfraza a menudo de análisis aparentemente sólidos, basados en hechos aparentemente significativos, y se difunde, a menudo con la participación voluntaria y hasta entusiasta de multitud de personas que poseen credenciales académicas y mediáticas razonablemente respetables… un doctorado en ciencias políticas, docencia en una universidad bien conocida, columnas de opinión en diarios nacionales… en todos casos repercusión social a través de los medios y redes sociales. En estas condiciones, amplios sectores de la población de un país, por ejemplo España, pueden llegar a creer medias verdades, conjeturas –incluso razonables– que pasan por certidumbres, y necedades que se propagan como el fuego.

ooOoo

Esta semana hablaremos de uno de esos fuegos propagandísticos. Lo denominaremos desdolarización y comenzaremos diciendo que consiste en la creencia de que la principal moneda de reserva, el dólar estadounidense, dejará de tener, más pronto que tarde, la preeminencia que hoy tiene en las transacciones internacionales, y que perderá tal preeminencia en favor de la moneda china, el yuan. Aunque la desaparición del dólar como la principal moneda de reserva internacional viene anunciándose desde hace décadas, la propaganda en meses recientes se hace más específica, destacando al yuan como el substituto del dólar, o por lo menos como el protagonista de una realineación de la financiación del comercio y de los flujos financieros internacionales. Tal protagonismo se predica en función de la ascensión de China como la segunda o primera (en términos del poder adquisitivo de su PIB) economía mundial, de su influencia entre los países del sur global y, especialmente, del viaje del presidente Lula de Brasil a China, el pasado 14 de abril, con objeto de reducir la importancia del dólar en favor de aumentar el peso de las monedas del grupo BRICS –léase yuan chino– y su importancia geopolíticaVéase https://www.ft.com/content/0a668661-8938-4d11-8a38-d963b16a5f1b. Al inicial grupo BRIC, Brasil, Rusia, India y China, se une hoy África del Sur (South Africa, que proporciona la S final)..

Las apariencias son favorables a una tendencia, que los propagandistas consideran rápida e inevitable, al aumento del protagonismo del yuan chino en las transacciones y flujos internacionales. No en vano es China el centro manufacturero del mundo. No en vano, su papel de prestamista en cientos de proyectos de infraestructura y energía a lo largo y ancho del sur global le están abriendo acceso a las finanzas internacionales, denominadas además en la moneda china. Y no en vano, un resurgente Brasil busca estrechar sus lazos con China, en el contexto de esa promesa que es el grupo BRICS. Por si fuera poco, recientes visitas de lideres europeos (Pedro Sánchez, Emmanuel Macron, Ursula von der Leyen, Annalena Baerbock) no han desatado el interés o la aprobación china que ha disfrutado el presidente Lula. Esto es algo serio, ¿no?

No.

Dentro de poco, el viaje de Lula a China dejará de ser noticia y los buenos deseos de reemplazar al dólar, estrechar lazos entre los miembros del grupo BRICS, o aglutinar al sur global en contra de la actitud estadounidense y europea frente a la invasión de Ucrania por la cleptocracia rusa resultarán tan solo en algunos proyectos más de inversión china en Brasil, la adquisición ventajosa de energía rusa por parte de China, y la tradicional animadversión, por decirlo suavemente, entre los dos miembros más grandes del grupo, India y China. Incluso el aparente éxito diplomático de China en los recientes acuerdos entre Irán y Arabia Saudita de establecer conversaciones para comenzar a pensar en mayor cooperación futura no acabará atrayendo más partidarios a la causa de la desdolarización.

Respecto a la presencia de China en los flujos financieros internacionales, nuestra entrada de hace dos semanas ponía de manifiesto la trampa de refinanciaciones indefinidas en que la Belt and Road Initiative del gobierno chino ha metido al Banco Popular de China. Y respecto a la utilización de las monedas locales de los miembros del grupo BRICS para facilitar pagos en sus flujos de comercio, bástenos pensar que muchas de las materias primas que entre ellos intercambiarían tienen precios denominados en dólares y fijados en mercados internacionales. Por si ello fuera poco, la mayoría de los países que desean la eliminación del dólar como moneda internacional, incluidos todos los del grupo BRICS, son reacios a eliminar controles de capital en sus propios países, una condición necesaria para convertir a sus monedas en medios de cambio internacionales. Resulta paradójico que estos países desean, a la vez, prescindir del dólar, pero no dar la libertad de cambio a sus monedas, además de proporcionar las garantías legales e institucionales para facilitar la confianza de los inversores y comerciantes de todo el mundo. Esta es, de forma muy resumida, la opinión de, entre otros, Jim O’Neill, el analista que inventó la categoría BRICVéase https://www.project-syndicate.org/commentary/brics-plus-and-the-future-of-dollar-dominance-by-jim-o-neill-2023-04?barrier=accesspaylog..

Estos países podrán reducir su participación en los mercados internacionales denominados en dólares, como fue el caso de Brasil tras sus problemas de tipos de cambio a finales de los 90 y primeros 2000, pero no podrán hacerlo de manera ni sostenida ni importante, especialmente cuando el precio de sus materias primas está denominado en dólares.

La realidad, al margen de las apariencias que las noticias del momento aparentan reflejar, es que el dólar sigue siendo la moneda internacional de reserva , con una primacía que apenas ha cambiado en décadas. En 2022, las cinco monedas de reserva internacional mas relevantes fueron dólar (58,36%), euro (20,47%), yen japonés (5,51%), libra esterlina (4,95%) y yuan chino (2,69%)Véase https://en.wikipedia.org/wiki/Reserve_currency.. En cuanto al volumen de transacciones internacionales –las cifras sumarían un 200% dado el carácter bilateral de las transacciones– el ranking es, para abril de 2022, dólar (88,5%), euro (30,5%), yen japonés (16,7%), libra esterlina (12,9%) y yuan chino (7,0%). En ambos casos, observamos la minúscula presencia de la moneda chinaVéase https://en.wikipedia.org/wiki/Template:Most_traded_currencies..

En 2000, la composición de las monedas de reserva internacionales estaba dominada casi exclusivamente por el dólar (71,13%), euro (18,29%), yen japonés (6,06%) y libra esterlina (2,75%). Comparando este ranking con el correspondiente a 2022, observamos que la reducción de la importancia del dólar ha favorecido al euro, entre las monedas de cabecera, y a otras que han aparecido, como el yuan chino, pero también el dólar canadiense (2,38%) y el dólar australiano (1,96%)Véase https://en.wikipedia.org/wiki/Reserve_currency..

En conclusión, la ascensión del yuan chino ha sido, como mucho, modesta, a pesar del impresionante desarrollo de la economía china en las más de dos décadas del presente siglo. Y la pregunta que corresponde hacerse hoy es la siguiente, ¿será capaz el yuan chino de seguir aumentando su modesta participación entre las monedas internacionales de reserva en las décadas futuras? Creemos que no. China ha alcanzado un nivel de renta per cápita que ha situado al país en la denominada «trampa de la renta media», una situación en la que países que han crecido a tasas elevadas arrancando de niveles muy bajos de renta per cápita, que era el caso de China hace 30 años, acaban agotando sus oportunidades de crecer rápidamente y se estancan en una fase de mayores dificultades para el crecimiento. Las amenazas al futuro crecimiento de China son sus hoy relativamente elevados costes laborales (México y Vietnam ofrecen mayores ventajas), su enorme e inestable deuda inmobiliaria, agravada por la deuda asociada a la Belt and Road Initiative, el envejecimiento acelerado de su población, la contradicción con un sistema político cada vez más centralizado y autoritario, y la incapacidad de seguir obteniendo tecnología punta en semiconductores. Pero esto no es todo.

La supuesta multipolaridad

Como afirman Stephen Brooks y William Wohlforth en un detallado y fundamental análisis en el número de mayo/junio de Foreign Affairs, desde 1500 hasta 1945 el mundo fue multipolar, con más de tres poderes hegemónicos que se sucedían uno al otro en primacía, y que dejaron una secuela de guerras y conflictos que acabó haciendo saltar la multipolaridad por los airesVéase https://www.foreignaffairs.com/united-states/china-multipolarity-myth. El resto de esta sección se fundamenta en el excelente análisis de Brooks y Wohlforth.

Esta precisión histórica no es un comienzo auspicioso para quien desearía enumerar las alabanzas de un sistema multipolar de países dominantes en el concierto de las naciones. Afortunadamente, el mundo hoy no es multipolar y puede que nunca llegue a serlo. Por no ser, no es ni siquiera bipolar, como efectivamente lo fue entre 1945 y 1990. Tras la desaparición de la Unión Soviética, surgió la hegemonía de Estados Unidos y la primacía del dólar. Incluso tras el abandono de la convertibilidad del dólar en oro, en 1973, y el establecimiento del sistema de cambios flexibles hasta hoy, el dólar ha seguido siendo la moneda de reserva y de cambios internacionales, tal y como acabamos de comentar. Lo que deseamos enfatizar en esta sección es que sin la hegemonía geopolítica de Estados Unidos, la hegemonía del dólar, que en realidad iba mucho más allá que la del rublo soviético, no hubiera podido existir.

Habitualmente se cree que la primacía del dólar confería a Estados Unidos una ventaja absoluta frente al resto del mundo al poder financiar sus déficits de cuenta corriente con la emisión de su propia moneda, a diferencia de la necesidad del resto del mundo de trabajar duramente para poder obtener dólares con que realizar sus pagos internacionales. Pero esta es una visión extremadamente miope del papel de una moneda de reserva. En realidad, Estados Unidos no se dedicó a vivir del resto del mundo; sus bienes y servicios eran tan competitivos como los que más. Y si otros países tenían que trabajar para sostener su nivel de vida y se cuidaban de no degradar sus respectivas monedas por medio de la emisión incontrolada de dinero, Estados Unidos hacía otro tanto con sus recursos y sus «máquinas de imprimir dinero», especialmente en un sistema de tipos de cambio fluctuantes. Eso sí, la primacía del dólar desplazó en buena medida el centro de gravedad de la industria de servicios financieros de Londres y otras capitales europeas a Nueva York.

Al mundo bipolar de 1945 a 1990 sucedió el monopolar que hoy parece estar amenazado. Es cierto que el fiasco de Irak –y el de Libia–, la crisis financiera de 2008, y la prolongada y mal resuelta aventura en Afganistán, han mellado el prestigio internacional de Estados Unidos y, por lo tanto, su efectividad como único líder mundial. Es cierto también que, como consecuencia de estos y otros fracasos –tales como el aumento de la desigualdad dentro del propio país y las amenazas internas a sus libertades democráticas–, Estados Unidos ha desaprovechado oportunidades de crear una unipolaridad más positiva para el mundo en su conjunto. Pero también es cierto que el mundo sigue siendo hoy unipolar, aunque no lo sea con las mismas características de hace 20 años, y que Estados Unidos sigue teniendo la economía más potente del mundo, la penetración tecnológica y científica más avanzada del mundo y la proyección militar más considerable del mundo.

En términos nominales, Estados Unidos tiene el mayor PIB del mundo ($25,0 billones en 2022, frente a $18,3 de China y $4,3 de Japón). De las 2000 mayores empresas del mundo, las estadounidenses son las primeras en términos de beneficios en el 74% de los sectores analizados por Brooks, mientras las empresas chinas son líderes en el 11% de los sectoresVéase https://www.foreignaffairs.com/united-states/china-multipolarity-myth.. Los ingresos por patentes científicas eran, en 2021, diez veces más que los correspondientes ingresos en China, $125 mil millones frente a $12 mil millones, bien por debajo de los $59 mil millones de Alemania o los $47 mil millones de JapónVéase https://www.foreignaffairs.com/united-states/china-multipolarity-myth..

En lo militar, los $767 mil millones del presupuesto USA para 2022, se deben comparar con los $242 mil millones que China gastó (la mitad de ellos en vigilar a su propia población). Por poner un ejemplo de la diferencia cuantitativa, Estados Unidos posee 67 submarinos nucleares, frente a los 12 de China. Pero si la diferencia en cantidad es importante, la diferencia en calidad lo es todavía más. Los submarinos nucleares estadounidenses son tan silenciosos que China no puede detectarlos, mientras que los submarinos chinos son tan ruidosos que los sistemas antisubmarinos avanzados de Estados Unidos los pueden detectar incluso a grandes profundidadesVéase https://www.foreignaffairs.com/united-states/china-multipolarity-myth..

La conclusión es que la multipolaridad que tanto se airea estos tiempos, es propaganda; un mito, como muy bien explican Brooks y Wohlforth. Ni China ni, mucho menos, Rusia están en condiciones facilitar la creación de un orden multipolar que, dicho sea de paso, tendría que incluir sistemas de contrapesos que evitaran la perniciosa multipolaridad que tuvo lugar entre 1500 y 1945. Lo que si pueden, como se está observado, es fastidiar bastante. Y de esta conclusión se deriva otra no menos importante, ya que lo económico y lo geopolítico caminan de la mano. Nuestra segunda conclusión es que la desdolarización es otro mito; propaganda también. No, thank you very much, el Sapientísimo y un servidor seguiremos confiando nuestros ahorros al euro y al dólar.

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Ficha técnica

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