Naturaleza y regeneración
Desde la segunda mitad del siglo XVIII se abrió camino en Europa, promovida por el Romanticismo, una nueva manera de entender la naturaleza y, en relación con ella, de valorar el paisaje. Se dejaron atrás las interpretaciones mecanicistas, y comenzó a verse la naturaleza como un organismo, como un ser vivo y, por tanto, como una realidad internamente ordenada, dotada de finalidad, significados y sentido. La naturaleza ocupó así un lugar muy destacado en el horizonte cultural de la modernidad europea, y conocer la naturaleza, explicarla y comprenderla, constituyó el fin principal de los empeños intelectuales asociados a esa modernidad. Se afirmó además la pertenencia del hombre al orden natural y, con ello, la existencia de relaciones estrechas entre ambos