Hace un tiempo tuve el placer de reseñar, en estas páginas, el libro biográfico Gaston Gallimard, de Pierre Assouline. Titulé mi artículo «¿Para qué editar?», pregunta dirigida a un editor novel y que se refería a sus objetivos como profesional. El título de la presente reseña, otra pregunta, no se refiere a objetivo alguno, sino a las razones vocacionales que llevan a tantas personas a abrazar la profesión de fabricar libros. ¿Por qué editar en lugar de escribir? ¿O de cocinar? ¿O de ganar dinero? ¿O de no hacer nada? No es una pregunta inocente. La transformación profunda del oficio, en las tres últimas décadas, permite expresar la sospecha de que, quien se mete hoy a editor, no conoce, o