La democracia y sus extremos
¡Qué difícil es ser contemporáneo a estas alturas de la modernidad! Así sucede, al menos, cuando se quiere interpretar el significado de los procesos políticos y sociales que centran la atención de la esfera pública: atrapados entre la experiencia del pasado tal como nos ha sido transmitida e inquietos por un futuro cuyo contorno deseamos poder fijar con nuestra acción, tenemos dificultades para discernir la realidad de las cosas y llegamos a dudar de que haya tal realidad y no meramente interpretaciones —con mucha frecuencia interesadas— de la misma.