La impotencia de la política (y II)
Veníamos diciendo que la política, entendida como la toma de decisiones colectiva orientada a la ordenación eficaz de la realidad social, padece de una impotencia constitutiva que marca unos límites imprecisos pero ciertos a su capacidad: no lo puede todo, ni aun queriéndolo. Y, por eso mismo, tan irrazonable es esperar de ella demasiado como demandarle nada.