Lúcida piedad
Crear PDF de este artículo. La ética, la mejor ética –al menos, la mejor ética de corte clásico–, persigue definir bienes para convencernos de que los pongamos en práctica. Nos da razones, buenas razones, para precisar esos bienes y se propone conmovernos hacia ellos, incluso aunque nuestro entorno, nuestro flaco razonamiento o nuestra débil voluntad nos desanimen y nos desmoralicen. La ética nos forma y nos conforma, intentando suscitar en nosotros disposiciones que hagan pertinentes esas razones o, incluso, que nos las hagan inteligibles. A veces tentábamos un bien y no sabíamos precisarlo; otras, ni siquiera columbrábamos que lo que ahora se nos razona hubiera de ser, ni siquiera, digno de consideración; sucede, también, que en otras ocasiones nos falla