Utilizando el consabido recurso del «manuscrito encontrado», S. Carrillo recrea la vida de Sergio Landa, «un joven del 36» que, según declara el propio autor en el prólogo, constituye la síntesis de dos personas reales que conoció en profundiudad en aquellos años. Centrándose en la vida de la colonia comunista española en la URSS al comienzo de los años cuarenta, trata de pasada temas tan importantes como la agonía de la Segunda República, los giros de la política exterior soviética, el estalinismo, el espionaje y la disciplina de partido, las discrepancias entre libertarios y marxistas, el trotskismo, el asceso del fascismo y el papel de las democracias burguesas, etc. A mitad de camino entre la narración y las memorias, sin ser nunca una cosa ni otra, el relato de Carrillo no oculta su afán didáctico –descripción de cómo eran y cómo pensaban los jóvenes izquierdistas de entonces– y moralizante (loas al idealismo ingenuo, desinteresado y hasta heroico de aquellas juventudes). El resultado final decepciona, no tanto por lo que cabía esperar de la relevante personalidad de su autor. El libro no va más allá de la recreación superficial de unos episodios conocidos, e incluso puede objetarse que el punto de vista está demasiado contaminado por la perspectiva del veterano político desengañado, de tal modo que se resiente el supuesto retrato veraz de este «joven e ingenuo» estalinista de la época.
