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Cazador cazado

TEMPORADA DE CAZA PARA EL LEÓN NEGRO

Tryno Maldonado

Anagrama, Barcelona

126 PP.

13 €

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Un libro compuesto de breves capítulos –no necesariamente conexos–, algunos de una línea, dos o tres repetidos con escasas variantes, enmarcados bajo un largo título sibilino, puede ser una novela, pero más corrientemente es un capricho, por no decir una bobada. Y ahora que, para cierta generación, escribir literatura se parece a aprovechar las revueltas y vislumbres de lo ingenioso, o tantear el armazón del libro acumulando variaciones de esa modalidad pintoresca llamada microrrelato, un volumen como Temporada de caza para el león negro no es una rareza, sino la aburrida constatación de que un estilo de colegial avezado vale de credencial de escritor. Para todo hay su momento, pero el instante de preferir el silencio a la jocunda palabrería no llega nunca. Supongo que no todo lo que ha escrito Tryno Maldonado (Zacatecas, México, 1977) tendrá la entidad de estas páginas; pues, de ser así, apaga y vámonos.
 

Temporada de caza… reúne noventa y nueve instantáneas, por llamarlas de alguna manera, en las que el narrador intenta retratar a su amante Golo, artista irreverente enquistado en una adolescencia perpetua y por ello encantador, genial y enigmático. El deliquio con que se traza su «singularidad» resulta más bien babeante; pero, dado que hemos entrado en el siglo XXI, no falta, claro está, la explicitud de sus dotes sexuales, de modo que su enamorado aflige al lector con una doble (caps. 14 y 46) enumeración caótica de cuándo, cómo y en qué lugar ambos se dan a la jodienda: de día, de noche, en el colchón…, en fin, un alarde imaginativo para acunar al marqués de Sade. Y lo más curioso es que, al parecer, el libro quiere ser la exploración de una pasión. Tres veces, o tal vez más, notifica el narrador: «Quise a Golo. Pero no me pregunten por qué». Pregunta que al lector ni se le pasa por la cabeza.

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Ficha técnica

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