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El retorno del personajillo despreciable

Ha vuelto

Timur Vermes

Barcelona, Seix Barral, 2013

Trad. de Carmen Gauger

384 pp. 19,33 €

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Afirmar que Adolf Hitler no murió en 1945 puede situarlo a uno en la compañía de los aficionados a las teorías conspirativas (y al Führer en la de otros famosos «no muertos» de la cultura popular como Elvis Presley), pero las posibilidades de afirmarlo y no ser expulsado de los círculos en los que uno se mueve son mayores si quien lo hace pone como excusa su condición de escritor satírico. Ése es el caso de Timur Vermes (Núremberg, 1967), cuya primera novela ha sido un éxito en Alemania, a pesar de que los alemanes dicen sentirse hartos de la figura de Hitler, y de las nulas credenciales de su autor, que hasta el momento se había desempeñado exclusivamente como escritor fantasma o «negro» literario.

Una de las razones de ese éxito es, indudablemente, la simpleza del planteamiento inicial de Ha vuelto y la forma en que éste conecta con nuestra fascinación por las posibilidades narrativas de la supervivencia de Hitler.  En la novela de Vermes, el Führer despierta en un solar abandonado en las proximidades de la antigua Cancillería de Berlín, pero lo hace (y esto lo descubre Hitler sólo más tarde y mediante una serie de malentendidos singularmente humorísticos) en el año 2011, cuando nadie lo espera ya: confundido con un actor que lo interpreta de forma (quizá demasiado) consecuente, Hitler obtiene un espacio en la televisión privada, en el que sus tiradas son consideradas piezas humorísticas, lo que lo convierte en una estrella televisiva, a la cual (y no pasa mucho tiempo hasta que esto sucede) se le ofrece la dirección de un partido político: la historia, que famosamente tiene lugar primero como tragedia y luego como farsa, vuelve a repetirse, por consiguiente, como farsa y como tragedia.

A pesar de lo afirmado por su editorial española en los materiales de prensa del libro, Ha vuelto no es la primera sátira hitleriana de autor alemán (sus antecedentes son el cómic de Walter Moers Adolf, de 1998, y la película de Daniel Levy Mein Führer, de 2007), pero su lugar en la historia cultural de ese país está garantizado, si no por su calidad literaria (la novela es demasiado extensa, sorprendentemente monótona en ciertos pasajes, y está escrita en un lenguaje meramente funcional), al menos sí por el tipo de actitud que exige a su lector, el cual debe identificarse con los juicios y opiniones de su protagonista. Naturalmente, esto es terrible para los alemanes (y debería serlo para el resto de nosotros), pero puede que el éxito del libro se deba, también, al hecho de que es muy difícil no simpatizar con las opiniones del Hitler algo ridículo (pero antisemita, misógino, anticomunista, xenófobo, chauvinista y, sobre todo, muy lúcido) de Ha vuelto. Es cierto que muchas de sus observaciones pueden parecer erróneas (al despertar, Hitler ve a unos niños jugando al fútbol y llama a uno de ellos «Joven Hitleriano Ronaldo» por el nombre que aparece estampado en su camiseta; interpreta la práctica del reciclado como la consecuencia de la escasez de materias primas producida por la guerra y cree que el escaso dominio del alemán por parte de ciertos jóvenes de origen turco es el resultado de una política destinada a que la mano de obra extranjera no acceda a los derechos reservados a los alemanes), pero son perfectamente acertadas en términos de la que es la principal finalidad de la sátira literaria: la desnaturalización de las prácticas sociales en la percepción de su lector.

Agresiva, indignada, incrédula, hostil, la sátira literaria requiere personajes únicos, y Hitler lo es. Si Ha vuelto es un muy correcto ejemplo de este género, lo es a pesar de que, a diferencia de sus textos fundamentales (piénsese en Utopía, de Tomás Moro; Erewhon, de Samuel Butler; Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift; y Rebelión en la granja, de George Orwell, entre otros), no hay en ella ningún disimulo retórico y ninguna voluntad de exotismo: Vermes habla explícitamente de la Alemania contemporánea y lo hace obligando al lector a aprobar los juicios de un narrador que es ni más ni menos que Adolf Hitler, para quien (por cierto) la situación no puede ser más positiva, ya que «a la cabeza del país está una mujer fondona con el poder de irradiación optimista de un sauce llorón, una mujer que se desacredita ella misma por haber participado en la pesadilla bolchevique del este alemán durante treinta y seis años sin que su entorno haya podido percibir en ella el menor asomo de malestar».

Simpatizar con una afirmación como la anterior equivale a aceptar la posibilidad de que el nacionalsocialismo no sea únicamente un incidente del pasado alemán, sino un cúmulo de opiniones que compartimos y expresamos diariamente todos nosotros. Más aún –y esto hace que el apoyo prestado por la prensa a la novela de Vermes parezca desconcertante–, lo que Ha vuelto viene a demostrar al narrar el ascenso meteórico de Hitler gracias a su presencia en la televisión es que los medios de comunicación masiva y la Red son el ámbito natural para el pensamiento totalitario, ya que, como reconoce admirativamente el Führer, ambos han normalizado la delación, el engaño, la vigilancia y el control de los individuos que fueron parte fundamental de sus políticas de 1933 a 1945 con las trágicas consecuencias por todos conocidas.

Al igual que los textos mencionados anteriormente, pero sin alcanzar su calidad literaria, Ha vuelto funciona por esta razón como una sátira eficaz de comportamientos no sólo alemanes y es potencialmente susceptible de generar una discusión mucho más interesante que la obra que le sirve de excusa. El concepto alemán de Vergangenheitsbewältigung (la superación del pasado mediante su revisión permanente) requiere que esa discusión sea alimentada de manera continua con nuevas aproximaciones a la historia y a sus principales figuras, y era sólo cuestión de tiempo que alguien se diera cuenta de las posibilidades satíricas de la figura de Hitler, ya convenientemente aprovechadas por la literatura y el cine no alemán desde hace décadas. Quizás sea una pena que esa tarea haya correspondido a Timur Vermes, ya que su obra es mediocre desde el punto de vista estético y las implicaciones éticas de escribir un libro satírico sobre Hitler parecen haberle pasado completamente inadvertidas, pero su contribución a la Vergangenheitsbewältigung alemana y a la disputa por el sentido histórico no puede ser minimizada por esa razón (tampoco la enorme habilidad del autor para imitar la «voz» de Hitler, que en Ha vuelto suena exactamente igual que en sus discursos y en Mi lucha en no menor medida gracias a la labor de la traductora Carmen Gauger). Vista desde España, donde las víctimas del franquismo siguen esperando reparación y justicia, y donde palabras como «memoria» y «verdad» son rehenes de la inane discusión política de estos días, la forma de hacer memoria de los alemanes provoca tanta admiración como envidia. ¿Acaso alguien se ha atrevido en España a escribir acerca de un hipotético retorno de ese personajillo despreciable, Francisco Franco Bahamonde?

Patricio Pron es escritor argentino. Sus últimos libros son El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (Barcelona, Mondadori, 2010), Trayéndolo todo de regreso a casa. Relatos 1990-2010 (La Paz, El Cuervo, 2011), El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (Barcelona, Mondadori, 2011) y La vida interior de las plantas de interior (Barcelona, Mondadori, 2013). Escribe también regularmente un blog de entrevistas, «Antología en movimiento», en Revista de Libros.

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Ficha técnica

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