Buscar

Pequeño curso sobre magia (III)

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Una definición

Hemos definido la magia como «el trabajo con la energía mediante la forma».

Deberíamos profundizar en esta definición, añadiendo una palabra fundamental: «el trabajo consciente de la energía mediante la forma».

Esta definición presupone varias cosas. Presupone que existe algo llamado «conciencia», y que dicha conciencia tiene algo que ver con la energía. Presupone también que la forma tiene algo que ver tanto con la conciencia como con la energía.

Conciencia y energía son los conceptos clave de nuestra época.

Todas las religiones mueren cuando pierden el contacto con la energía. Las religiones nunca son en un principio religiones: son prácticas, es decir, son magia. La idea cristiana es que magia y religión son antagónicas. Esto es absurdo. La magia es el conocimiento y la utilización de las leyes de la realidad. La religión, una serie de reglas y de rituales. Las religiones se basan en textos, en leyes, en prohibiciones, en costumbres y celebraciones. Pertenecen, por tanto, a la parte muerta de la vida.

Cuando el mago envejece y pierde las ganas de ir al bosque, se institucionaliza y se convierte en una estatua en un museo.

La filosofía también comenzó como magia. Magos eran todos los filósofos antiguos, magos que realizaban prácticas de «introspección», «incubación», «meditación», «búsqueda de visiones» (vision quest) o «viaje chamánico». Con Aristóteles la filosofía se convierte en otra cosa: en una actividad puramente mental y razonadora. Pero el propio Aristóteles afirmó que la experiencia interior, la experiencia de Eleusis, era la más importante. Con muy buen sentido, afirmó también que de Eleusis no se podía hablar.

De la magia no se puede hablar: porque es real. Sólo se puede experimentar.

Una digresión sobre la historia

Hay una distinción clave en nuestra cultura: la que separa la historia, que es «verdadera», del mito, que es «falso».

Intentaré ir al corazón del asunto evitando las digresiones infinitas que este tema me sugiere.

Para el ilustrado, para el marxista, todo lo que no es historia es leyenda, mito, superstición, mentira, un mero instrumento para adormecer al ser humano y dominarlo.
¡Como si no se pudiera adormecer y dominar al ser humano esgrimiendo la «historia»!

Para el marxista clásico, un cuento de hadas es implícitamente fascista, ya que lo que cuenta no son hechos históricos. Estas son, por ejemplo, las ideas de José Agustín Goytisolo sobre los cuentos de hadas. Suena raro, ¿no es cierto? Pero hay personas que logran convencerse a sí mismas de que pensar este tipo de cosas es algo muy lógico y razonable.

Pero ese no es el verdadero problema.

El problema no es separar entre verdadero y falso, o entre magia y religión, o entre mitos y logos, o entre mente y corazón, racional o irracional, fe o razón. Todas esas dicotomías son obsoletas. Son meras categorías mentales.

Intento acercarme al corazón del asunto, pero las digresiones surgen a mi paso como las míticas zarzas que impiden el acceso del príncipe a la bella dormida.

Hay una gran diferencia entre la forma en que se usan las palabras en el conocimiento (la magia) y en la religión o la filosofía. El hombre o la mujer de conocimiento hablan siempre en un momento, en una situación, a una persona, dentro de unas circunstancias.

Es importante recordar que las palabras no existen solas y separadas. Las palabras son siempre las palabras de alguien, dichas a alguien, en una situación determinada.

La idea de escribir libros y de dejar fijadas las palabras para siempre es relativamente reciente en la historia humana. Hemos de observar que los grandes hombres de conocimiento casi siempre han evitado poner sus palabras por escrito: Buda, Sócrates, Cristo. Otros han escrito libros, pero no han hablado de lo más importante. Jung, por ejemplo, que también fue, en cierto modo, un hombre de conocimiento, nunca escribió (que yo sepa) directamente de la «imaginación activa», y sobre sus experiencias de meditación tampoco llegó a escribir, aunque tenemos los maravillosos testimonios de su libro de memorias, dictado de forma oral (!) a su secretaria y publicado póstumamente.

Las frases de un mago siempre son, en este sentido, «históricas», porque siempre se pronuncian en la historia. Un mago habla de acuerdo con las circunstancias del momento y a las personas que tienen enfrente.

Más tarde esas frases son recordadas o apuntadas, se convierten en textos, y en los textos se fijan y se convierten en declaraciones atemporales, en leyes universales.

Entonces el conocimiento se convierte en religión.

Lo que, dicho en un momento y a unas personas determinadas, tenía pleno sentido (que hicieran esto o aquello o que no lo hicieran) se convierte en una ley eterna.

Esto sucede con las religiones declaradas, pero también con las ideologías y con las estéticas. En los años veinte, por ejemplo, los artistas reaccionaban contra la blandura simbolista con un arte ácido y desagradable. Hoy en día, cuando el simbolismo es algo tan antiguo y remoto como el cubismo o el neoclasicismo, muchos artistas y escritores siguen defendiendo con ferocidad el arte ácido y desagradable como si esa reacción contra el simbolismo siguiera teniendo algún sentido hoy en día.

El hecho es que han convertido un acto mágico (el arte de vanguardia de los años veinte) en una religión.

La distinción entre magia y religión, o entre historia y mito, no son relevantes. Lo que es relevante es que las palabras tengan que ver con las circunstancias del momento en que son pronunciadas, o se conviertan en textos que definen supuestas verdades atemporales.

Energía

Escribí una vez en un libro que las palabras han de tener energía, y que si no, no son nada. Esa es la tarea de la literatura, y por eso la literatura es algo sustancialmente diferente de la historia o de la filosofía. La literatura no intenta «decir» nada, sino crear vida, reproducir la sensación de la vida, crear sensaciones, imágenes, emociones.

Por eso a la literatura le fascina el punto de vista, las personas que no entienden, los locos, los ilusos, las fantasías. No dice qué son las cosas, dice cómo es la vida.

Un crítico –Ignacio Echevarría– consideró que mi afirmación de que las palabras han de tener energía era algo desternillante y ridículo. Yo pensaba que era un hombre muy viejo, uno de esos de las generación del gin tonic que se han pasado la vida gritando desaforadamente e intentando machacar todo lo que no entienden, especialmente las cosas maravillosas y delicadas, especialmente la música y las mariposas de la existencia. Luego lo conocí y vi que no era viejo en absoluto. Sorpresas que se lleva uno.

La magia trata de la energía.

La energía tiene que ver con la vida, con lo que ilumina, da ánimo, da ganas de vivir, abre, crea, produce. Tiene que ver con lo que sabe a nuevo, con lo que abre posibilidades.

La energía tiene que ver con la conciencia, con la creatividad. Es joven, causa placer, es interesante, vibra, es siempre nueva.

La energía tiene que ver con la vida, con la atención, con la claridad de la conciencia, con la comprensión, con la salud. Tiene que ver incluso con la suerte, o eso que llamamos suerte.

Energía y conciencia producen simetrías, sentido, sincronicidad.

No sabemos cómo, los antiguos descubrieron un vínculo entre la energía, la conciencia y la forma. Descubrieron que hay leyes que vinculan esos tres campos, y que tales leyes son objetivas y pueden ser controladas y modificadas.

Unos pocos ejemplos

Daremos a continuación una breve serie de ejemplos de «magia», es decir, de la manera en que forma, energía y conciencia funcionan unidas.

Piense, por ejemplo, por qué se siente de forma diferente cuando se viste con una ropa muy elegante y que le sienta muy bien. La forma (la ropa) modifica el estado interior (la conciencia).

Piense, por ejemplo, por qué coger una foto de un ser querido y taladrarle los ojos con una aguja le resultaría insoportable, doloroso y terrible.

Haga una prueba: imite la postura y el gesto de las personas que ve a su alrededor. Verá cómo al instante sus pensamientos y su estado de ánimo cambian. Porque la forma (postura, gesto) modifica la energía-conciencia.

La postura modifica el estado de ánimo. Esta es una de las más antiguas técnicas «mágica», y el origen del Zazen, por ejemplo, que lo único que transmite es una postura (si uno adquiere la postura, alcanza la iluminación), pero también el origen de una práctica tan extendida como el yoga: cada postura trae un estado de conciencia.

Sirvan estos pequeños ejemplos para comenzar a pensar dentro de otras líneas y para no despreciar todo lo dicho anteriormente bien como una serie de «ideas» o teorías, bien como una regresión sangrienta al mito (el adjetivo es de Adorno, que siempre veía el mito como «sangriento», quién sabe por qué).

Energía, forma, conciencia.

Forma: arte. Sí, hay un vínculo evidente entre el arte y la magia.

image_pdfCrear PDF de este artículo.

Ficha técnica

5 '
0

Compartir

También de interés.

La pícara Violetta