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Parábola de nuestro mundo

El ausente

CARLOS TRÍAS

Bitzoc, Palma de Mallorca, 125 págs.

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Un cronista y viajero ficticio, Germán Tristán Zaforteza, a quien Carlos Trías encomienda el papel de narrador en El ausente, firma su relato en el año 37 ab Horda condita. También en otro libro bastante anterior de Trías, El encuentro (Tusquets, 1990), una tal Juana la Rosa data a la manera latina, en el año 27 de la fundación de Horda, el manuscrito que un amigo le confía; ella lo publica y lo anuncia como inicio de unos episodios que tendrían continuación. Recordar este dato, cuyo conocimiento no tiene por qué suponérsele al lector común, me parece importante para describir mejor El ausente. A tenor de esa semejanza, la forja de una realidad imaginaria llevada a cabo en ambos títulos forma parte de un ciclo de alegorías del mundo montadas sobre una base realista con la intención de reconstruir una cierta geografía moral de nuestro tiempo. El proyecto, además, debe de tener su amplitud, pues se deduce de la solapa de El ausente que también forman parte de él otros dos textos que lamento desconocer (Viaje a Delfos y Nadie dobla la rodilla ante un cadáver, ambos de 1994). La ciudad de Barcelona que sirve para datar la era histórica de Horda en El encuentro es un espacio perfectamente acrónico. Idéntica cualidad tienen los lugares donde se emplaza El ausente, el Principado de Algarve y un sitio llamado Faro. Por otro lado, la mención aquí de un país amistoso y cercano, Barcial, añade una pista –aparte de un guiño para un pequeño sector de lectores– acerca del carácter simbólico de la obra, pues por ese territorio discurren las aventuras de Yarfoz, el último héroe de Rafael Sánchez Ferlosio.

Este puñado de apuntes me parecen oportunos para acercarse a El ausente con la perspectiva que requiere. Y tampoco sobrará, pienso, señalar que esta curiosa y extraña novela corta la firma uno de los narradores de la promoción novísima que sigue fiel al ideario culturalista e innovador de sus orígenes. En ese ámbito de "modernismo" hay que colocarla: no es una novela al uso, no tiene personajes dignos de tal nombre, no hay una historia que progrese, espacio y tiempo adquieren dimensión mítica… Y sin embargo, diríamos que se trata de una narración verídica porque crea todos los condicionantes para que se cumpla dentro de ella una experiencia íntegra de lo imaginario.

En la prmera parte de El ausente se detallan ciertas características del Algarve, la tierra occidental por excelencia, situada en el límite del poniente y de la vida. Sus gentes se consideran "un poco más desarraigados que los demás", comparten un sentido provisional de la existencia (van o vvienen, pero nunca están) y conocen "que terrible desgrcia es esa de ser hombre, qué absurdo vivir para morir y qué mal saben los frutos del saber cuando no van acompañados de los frutos de la vida". Pero no es este tono explícitamente filosófico el predominante, sino que prevalece la nómina de puras anotaciones acerca del lugar físico y del comportamiento de los habitantes. Establecidos ciertos rasgos de este territorio alegórico, la otra parte del relato reconstruye su sistema político, organización social y creencias religiosas en paralelismo irónico con nuestras instituciones democráticas.

El riesgo inherente de esta clase de narraciones reside en la fría intelectualización de los contenidos. Trías lo evita con un buen pertecho de recursos: las semejanzas humorísticas con nuestra sociedad, la sátira al modo de los ilustrados dieciochescos o el ingenio en los episodios inventivos (todo un hallazgo que la condición de "ausente" sea un requisito de los gobernantes) tienen ese cometido. Especial eficacia alcanza el punto de vista del mencionado narrador, una aparente inocencia que realza los contrastes entre el Algarve y nuestra realidad.

Del reflejo de lo conocido en un espejo distrorsionador se obtiene como resultado global una parábola cálida con momentos de tensión, raptos líricos y propuestas especulativas. El relato se mueve entre la crónica, el poema y el discurso. No es por supuesto, una obra para amantes de la novela tradicional, pero sí conserva una envolvente cualidad emocional y consigue que los rasgos de ese país fuera de un tiempo exacto alcancen verosimilitud propia de lo literario, esa que permite vivir de una forma concentrada e intensa en una tierra de invención como si fuera de los sentidos.

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Ficha técnica

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