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La historia de una pirueta existencial

Héroes, heterodoxos y traidores. Historia de Euskadiko Ezkerra (1974-1994)

Gaizka Fernández Soldevilla

Madrid, Tecnos, 2013

472 pp. 23,50 €

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En 2005, Eduardo Uriarte, «Teo», al presentar su autobiografía, habló de la «pirueta existencial» que había sido su trayectoria política que se inicia con su militancia en ETA, incluida la condena a muerte en el consejo de guerra de Burgos de 1970, y que culmina «condecorado con una medalla al mérito constitucional» concedida por un gobierno del Partido Popular. No es de extrañar que se definiera como un «testigo perplejo» de su propia vida.

Esa sensación de ser testigos perplejos es compartida, seguramente, por muchos de los que hicieron un camino muy parecido al de Uriarte al pasar por ETA, luego por EIA (Partido para la Revolución Vasca) y por Euskadiko Ezkerra antes de que el río de la vida les arrastrara a unos, como es el caso de Teo, hacia el PSOE, a otros hacia el PNV, a los menos hacia el PP. Algunos, incluso, como Arnaldo Otegi, hicieron lo mismo que el salmón: remontar la corriente de la violencia para reencontrarse aguas arriba con la rama militar de ETA y HB.

A estudiar a los protagonistas de esa aventura está dedicado este libro, fruto de una tesis doctoral defendida en la Universidad del País Vasco bajo la dirección de José Luis de la Granja. El autor conjuga el rigor doctrinal del académico con la amenidad en el relato y una exhaustiva información procedente de la abundante documentación manejada y de la recopilación de un gran número de testimonios de los protagonistas directos de la historia.

Ha elegido como fecha de arranque de la investigación el momento en que se produce la ruptura de ETA en dos ramas, la militar y la político-militar, en 1974. De la segunda rama es de la que va a nacer el partido EIA y, después, Euskadiko Ezkerra. Del impulso ideológico, político y humano de ETApm saldrá una formación que terminará siendo fundamental para conseguir la desaparición de la organización terrorista. Y como fecha de cierre del libro se ha elegido el momento en que Euskadiko Ezkerra decide integrarse en el Partido Socialista, poniendo fin a su trayectoria como formación independiente. Después sólo subsistirán sus siglas añadidas a las del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE). Se trata de veinte años intensos, los que van de la etapa final del franquismo a la Transición, los años de plomo del terrorismo y la plena institucionalización democrática, lastrada siempre en el País Vasco por una violencia que no se ha detenido hasta fecha bien reciente.

Gaizka Fernández ha cubierto con este trabajo un hueco en la historiografía vasca, ya que, aparte de publicaciones de corte autobiográfico como las realizadas por Mario Onaindía y Teo Uriarte, buena parte de lo que se había escrito sobre lo que se llamó el «bloque político militar», que incluye a ETApm, EIA y Euskadiko Ezkerra, era literatura de combate hecha desde la óptica militante de los defensores de las posiciones de ETA militar y de Herri Batasuna.

El mundo político articulado por Euskadiko Ezkerra pasó en pocos años del nacionalismo radical respaldado por una organización terrorista a dar un «sí inequívoco» a la Constitución en 1988, algo que no ha hecho el resto del nacionalismo, ni siquiera el PNV, el gran beneficiario en el País Vasco del sistema político derivado de la Carta Magna y el Estatuto. El comportamiento de los polimilis y de Euskadiko Ezkerra se convirtió en el modelo que la otra parte de ETA se propuso no seguir jamás, aunque en el momento presente esa ETA que todavía sobrevive se daría con un canto en los dientes por conseguir una vuelta a casa de sus presos y huidos como la que consiguieron los polimilis en los años ochenta.

De ahí la hostilidad sostenida a lo largo del tiempo por parte del abertzalismo radical hacia Euskadiko Ezkerra. Incluso para el PNV de Xabier Arzalluz, dirigentes de EE como Onaindía o Uriarte, entre otros, fueron merecedores de críticas mucho más duras que las vertidas hacia los cabecillas de la ETA que siguió matando, porque eran considerados traidores al nacionalismo. Fueron héroes de la causa vasca cuando se enrolaron en ETA, cuando estuvieron en el banquillo del Consejo de Burgos o cuando rompieron el extrañamiento que les permitió salir de la cárcel a cambio de ser enviados a diferentes países y regresaron al País Vasco en 1977. Pero pronto se convirtieron en nacionalistas heterodoxos que se distanciaron del relato canónico sobre el conflicto vasco, que dejaron atrás el victimismo, que marcaron distancias en la cuestión identitaria, que no se sentían incompatibles con la idea de España y que se declararon laicos frente a la religión política que es el nacionalismo aranista. Con esos antecedentes, lo normal es que acabaran siendo traidores para la comunidad de los creyentes, bien fueran estos del PNV o de HB.

El libro escrito por Gaizka Fernández resulta especialmente oportuno en este momento, en el que parece que, si no hay marcha atrás, asistimos al final de ETA. Permite ver el pulso que se libró en la Transición entre el continuismo de la rama militar y los movimientos de ETApm que condujeron finalmente al abandono de la violencia por los miembros de este último grupo y a su reinserción mediante la fórmula de paz por presos, sin concesiones políticas a cambio. No fue un proceso nada fácil.

El autor estudia cómo el «bloque político militar», que tuvo cierta ventaja de salida, fue perdiendo la batalla para hacerse con la hegemonía en el seno de la izquierda abertzale en detrimento del «bloque militar» de ETAm y Herri Batasuna. La lectura invita a pensar en cuántos centenares de víctimas, cuánto dolor y cuánto sufrimiento nos hubiéramos ahorrado si se hubieran impuesto los primeros sobre los segundos, pero no fue así. ETAm, explica el autor, fue haciéndose con el control de los grupos satélites que habían creado los polimilis, con su legado simbólico y con su prensa, el diario Egin, mientras EIA se afianzaba en su papel institucional y consolidaba un discurso de moderación. Cree Fernández que en esa etapa hubo un error de la dirección de EIA y queda abierta la pregunta de si se pudieron hacer las cosas de otro modo.

En todo caso, el trabajo de EIA y, luego, de Euskadiko Ezkerra contribuyó decisivamente a reducir el nivel de violencia y a la lucha por la paz. Fue una influencia muy superior a la representación política que tenía este partido en las instituciones y el mejor ejemplo, aparte de la desmovilización de los polimilis, está en el impulso aportado al Pacto de Ajuria Enea.

Muchos investigadores se apasionan con el objeto de su estudio, otros se enamoran y se dejan seducir por él. Gaizka Fernández se muestra apasionado en su trabajo e incluso un punto enamorado de una causa perdida como fue Euskadiko Ezkerra, pero ello no impide que sea riguroso y exigente en su tratamiento de las luces y sombras que acompañaron a este partido a lo largo de su historia, en especial en los primeros años.

Fernández señala sin vacilar las complicidades de EIA con el terrorismo de ETApm, su financiación mediante dinero allegado por este grupo, su resistencia a condenar los atentados de los «primos» durante unos años o su desinterés hacia los militantes de los partidos del centro-derecha que estaban siendo asesinados en el País Vasco. Reconoce y explica con detalle la evolución posterior y el esfuerzo de algunos dirigentes hasta conseguir la renuncia a las armas de ETApm, pero también recuerda que aquel proceso de reinserción se hizo a costa de la justicia debida a sus víctimas, que no fueron tenidas en cuenta mientras, en nombre de la paz las instituciones políticas y judiciales, miraban hacia otro lado. Es un recordatorio oportuno el que hace Gaizka Fernández de esta parte de la historia para no volver a cometer los mismos errores ahora que la ETA, recalcitrante, pretende impunidad total para sus crímenes.

«Su proyecto [el de Euskadiko Ezkerra] naufragó, pero aquella travesía no fue completamente en balde: si bien los euskadikos no consiguieron cambiar el rumbo del País Vasco, lo cierto es que se cambiaron a sí mismos. El arduo, lento y complejo aprendizaje de la democracia que protagonizaron les ha convertido, por lo general, en ciudadanos en el más amplio sentido de la palabra», escribe el autor en el cierre del libro. Es una forma acertada de explicar una pirueta existencial colectiva en la que algunos comenzaron siendo miembros de ETA y ahora lucen con orgullo la medalla al mérito constitucional.

Florencio Domínguez es escritor y periodista. Colabora habitualmente con diversos medios periodísticos y es redactor-jefe en la agencia de noticias Vasco Press. Es autor de los libros ETA en Cataluña. Desde Terra Lliure a Carod Rovira (Barcelona, Temas de Hoy, 2005), Josu Ternera: una vida en ETA (Madrid, La Esfera de los Libros, 2006), Dentro de ETA: la vida diaria de los terroristas (Madrid, Punto de lectura, 2006), Las conexiones de ETA en Latinoamérica (Barcelona, RBA, 2010) y La agonía de ETA (Madrid, La Esfera de los Libros, 2012).

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