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La experiencia comunicativa y la filosofía

Textos y contextos

JURGEN HABERMAS

Ariel, Barcelona, 1996

Trad. e introd. de M. Jiménez Redondo

236 págs.

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Se recogen en este volumen, publicado originalmente en 1990, once textos sobre distintos autores –Peirce, Husserl, Heidegger, Wittgenstein, Horkheimer, Simmel, Mitscherlich-cuyas obras estuvieron fuertemente influidas por los contextos en los que se desarrollaron. Los dos últimos escritos de esta colección –sobre la sociología de la República de Weimar y sobre las ciencias sociales en la República Federal Alemana– tratan más de algunos de estos contextos que de los autores abordados. Se ve pues, en seguida, que el volumen no defiende una tesis particular y que se contenta con analizar la relación entre las obras de los filósofos y científicos sociales y los contextos históricos en los que surgieron. Pero aun tratándose de una de las obras que podrían considerarse menores de su autor, encontramos en ella formulados con pregnancia y a veces con la máxima brillantez algunos de los temas mayores, así como al menos uno de los temas de fondo, de la ya larga reflexión habermasiana.

Entre los temas mayores destaca la voluntad de construir y revisar permanentemente el camino de la filosofía que lleva a la teoría de la acción comunicativa y su concepto de razón. Aquí aparecen Peirce, Husserl, Wittgenstein o Horkheimer como ilustres eslabones en el descubrimiento de la intersubjetividad, como pioneros del giro lingüístico de la filosofía o como precursores del giro pragmático. Destacan, con mucho, los estudios sobre Peirce y Husserl. Habermas siempre se ha distinguido por la brillantez con la que ilumina desde sus preocupaciones y categorías el pensamiento de otros autores. Conocimiento e interés, la lectura de M. Weber en la Teoría de la acción comunicativa, o El discurso filosófico de lamodernidad son, en este sentido, obras maestras del género reconstructivo del pensamiento al tiempo histórico y sistemático que refundara Hegel. Así la semiótica del conocimiento, la realidad y la verdad de Peirce se sitúan en la estela de la pragmática que no restringe la comunicación al lenguaje natural, sino que se abre a otras formas de ésta, y que ensayando una transformación semiótica de la filosofía kantiana desarrolla una concepción de la comunicación que, sin embargo, se apresta a retener un momento de incondicionalidad o «trascendencia desde dentro» en la figura contrafáctica de una final opinion. Aunque la lectura que Habermas hace de Peirce sería impensable sin los trabajos anteriores sobre el mismo de K.-O. Apel, es enteramente suya. Lo mismo que la lectura del concepto del último Husserl «mundo de la vida» que Habermas incorporó, renovándolo profundamente en su teoría de la acción comunicativa. La revisión del concepto husserliano mundo de la vida y su relación con el sentido común y la ciencia le permite a Habermas volver sobre el concepto postmetafísico de filosofía, esto es, el de una filosofía que ya no pretenda ir más allá del mundo de la vida y de la ciencia para hallar fundamentos últimos o aconteceres originarios, pero que mantenga su capacidad de crítica frente al mismo mundo de la vida, frente a la técnica y la ciencia, su defensa, en suma, de las nociones normativas de individuo autónomo y sociedad democrática. Otros autores, como Martin Heidegger en un texto que fuera prólogo al famoso libro de Víctor Farías sobre las relaciones del filósofo con el nacionalsocialismo, aparecen como polémicas figuras que han errado completamente el camino (el «giro neopagano»), enzarzándose en caminos del bosque que conducen a parajes poco recomendables o francamente oscuros.

El centro de gravedad de Textos y contextos quizás se encuentre, no obstante, en lo que he denominado tema de fondo del pensamiento habermasiano y que se despliega fundamentalmente en los textos de la tercera sección sobre Horkheimer y la teología. Como buen heredero del hegelianismo de izquierdas y continuador de lo que se coció en la filosofía entre Kant y Marx, Habermas ha tenido siempre muy presente la relación de la filosofía con la religión como uno de los temas de fondo o bajo continuo de sus reflexiones. Siempre militante defensor de una clara separación de ámbitos entre la filosofía, la teología y la religión, Habermas ha argumentado reiteradamente que en la modernidad la filosofía se ha dedicado a tematizar diversos contenidos racionales de la religión, como por ejemplo algunos contenidos éticos. Sin embargo otros contenidos no pueden trasvasarse a la filosofía sin más. Las tareas y posibilidades de ésta son muy modestas y jamás podrá responder a las cuestiones fuertes a las que la religión da respuesta u ofrecer consuelo frente al dolor y la injusticia. De modo que a ésta le espera cuando menos una larga vida. La frase de Horkheimer «es inútil pretender salvar un sentido incondicionado sin Dios» no sería para Habermas del todo certera, pues el concepto postmetafísico de una razón comunicativa pretende salvar un momento de incondicionalidad sin metafísica en el discurso argumentativo, en el significado y en el sentido de la verdad. En otras fórmulas: una trascendencia desde dentro, hacia el más acá. Así, por ejemplo, «la filosofía puede seguir explicando todavía hoy el punto de vista moral desde el que imparcialmente juzgamos algo como justo o injusto; por tanto, la razón comunicativa no está en modo alguno a la misma distancia de la moralidad que de la inmoralidad. Pero cosa distinta es encontrar una respuesta motivante a la cuestión de por qué hemos de atenernos a nuestras convicciones morales, de por qué hemos de ser morales. En este aspecto podría quizá decirse que es vano querer salvar un sentido incondicionado sin Dios».

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Ficha técnica

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