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Estimados lectores,

Nuestra entrada de hoy en Una Buena Sociedad (UBS) es la última que aparece en este blog, al paso de la reinvención de Revista de Libros. A partir de hoy, nuestra futura colaboración, que fervientemente anticipamos, en esta publicación indispensable en las letras y la cultura españolas, se manifestará de forma diferente a la columna semanal. Por consiguiente, esta entrada no es un adiós sino un hasta pronto agradecido.

Como es el caso de tantas sinfonías compuestas en clave de, digamos, mi menor, que sin embargo transcurren la mayor parte del tiempo por tonalidades varias y deben terminar con repetidos y sonoros acordes en mi menor para que nadie dude de su intención original, aprovechamos esta entrada para reiterar las intenciones con que iniciamos UBS.

Durante los últimos tres años hemos tenido la gran fortuna de disponer en Revista de Libros de una privilegiada tribuna desde la que desplegar multitud de reflexiones sobre economía, política y sociedad, intentando destacar las benéficas fuerzas que, a nuestro entender, hacen avanzar a una sociedad moderna por un camino de más libertad, más progreso material inteligente y, en definitiva, mayor cohesión y solidaridad social. Asimismo, hemos intentado destacar las miopes y corrosivas fuerzas que, según nuestro criterio, se oponen al progreso en que creemos.

Semana tras semana hemos analizado multitud de aspectos de la economía, política y sociedad de nuestro tiempo. En economía nacional e internacional, hablamos de la productividad, el sistema financiero y bancario, la transición energética, la alfabetización financiera, el mercado de trabajo, la defensa de la competencia y, como no podría dejar de suceder, las pensiones y su debatible sostenibilidad. En política, incluyendo geopolítica y relaciones internacionales, nos atrevemos con Rusia, China, la abominación que es la invasión de Ucrania por la cleptocracia rusa y el efecto de las sanciones y de las migraciones internacionales, pero también hablamos, con bastante más esperanza, de los beneficios de una mayor colaboración internacional en cuestión de ayuda al desarrollo en África subsahariana o de una mejor integración de los países del continente americano.

Lo Económico y lo político son dimensiones importantes que definen el carácter de una sociedad. Pero las instituciones de la sociedad civil, no siempre motivadas por el cálculo económico o por la política de partidos o las relaciones internacionales, y muy necesarias en una sociedad articulada para el progreso, constituyen otra dimensión tan importante o más que la económica o política. El coste humano de la desigualdad –para empezar de oportunidades–, de la exclusión social –racismo, antisemitismo– y de la mala gobernanza –incluida la corrupción– se manifiesta en vidas perdidas injusta e innecesariamente, en sociedades en tensión, y, en definitiva, querámoslo o no, justificadas o no, en amenazas contra los más poderosos y privilegiados. En nuestras entradas, hemos intentado transmitir nuestra creencia de que la acción, o inacción, económica y política acaban afectado a la calidad de la sociedad civil y sus instituciones. Hemos intentado explicar que el modelo productivo de una sociedad y la ilustración de sus políticas determina la capacidad de sus ciudadanos para crear uniones cada vez mejores, alejadas tanto del intervencionismo dictatorial como del abandono de los menos favorecidos.

Aunque no nos engañamos respecto a la complejidad de ubicarse y actuar acertadamente en ese término medio, que no equidistante al estilo del Burro de Buridán, en el que se encuentra la virtud, nos hemos esforzado por traer a nuestras colaboraciones un enfoque equilibrado, racional y crítico a la vez que desenfadado, cuando no abiertamente irónico. Salpimentar un plato con buenos ingredientes no siempre sale bien. Ni alternar otras tonalidades en una sinfonía en mi menor. Si alguna vez nos hemos pasado de sal o pimienta, o rayado en la atonalidad, estupendos lectores, no les quepa duda de que ha sido… deliberado por nuestra parte. ¿No es así, Incomparable?

Y, sobre todo, hemos intentado transmitir y explicar todo esto echando mano de décadas de experiencia como profesores y profesionales de la economía. Hablamos de décadas para darles una idea, queridos lectores, no de lo profundo de nuestros pensamientos, que no lo son, sino de lo mucho que nos ha costado llegar a solidificar unas cuantas opiniones sobre «una buena sociedad» y encontrar una forma de comunicarlas y explicarlas. ¿No, Sapientísimo?

Además de lo que nuestra experiencia nos haya podido servir, de lo que si estamos convencidos es que las fuentes de las que hemos bebido y los gigantes intelectuales en cuyos hombros nos hemos aupado en todas y cada una de nuestras entradas, son los pilares fundacionales sobre los que Una Buena Sociedad se ha construido hasta hoy. Por nombrar los más imprescindibles, David Hume y Adam Smith, prominentes miembros de la Ilustración Escocesa, y Walter Lippmann y John Maynard Keynes, como intelectual público el primero y economista político radical el segundo. Referencias a los demás autores están salpicadas abundantemente en nuestras notas a pie de página. Nuestra tarea ha sido la difusión del conocimiento y las imperecederas ideas de quienes nos han inspirado durante décadas. Son ustedes, lectores, quienes han de decidir hasta qué punto hemos sido capaces de comunicar explicando.

En el título de nuestro blog, ponemos énfasis en el artículo indeterminado «una» y en el adjetivo «buena» en contraste definitivo con sus análogos «la» y «perfecta». No creemos que exista solamente una forma de buena sociedad ni mucho menos creemos que exista la sociedad perfecta. Lo perfecto, estamos convencidos, es el enemigo de lo bueno. Con aspirar a que las naciones de hoy consigan avanzar hacia sociedades mejores, y lo hagan por aplicación sin desmayo de la inteligencia y la ilustración, nos damos por satisfechos. Y ya es mucho aspirar.

¡Gracias, pues, queridos lectores y lectoras!

Por la asiduidad con la que nos han seguido hasta hoy y el frecuente reconocimiento que hemos recibido de su parte en las redes sociales y personalmente. Asiduidad que esperamos renovar en las colaboraciones posteriores que ya anunciamos. Afrontamos la etapa de Revista de Libros que se abre con ilusión y a plena disposición de su nuevo director, como lo estuvimos a la de Álvaro Delgado-Gal, un admirado amigo para siempre, a quien también agradecemos, junto a Rafael Narbona, otro entrañable y admirado amigo, y al equipo de Revista de Libros, su labor editorial de la que tanto nos hemos beneficiado.

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Ficha técnica

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