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Ensayo y periodismo

ENSAYOS

Fernando Vela

Fundación Banco Santander, Madrid

330 pp. 20 €

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De un tiempo a esta parte está recuperándose el interés por el ensayo periodístico, un género que gozó en toda Europa de muy buena salud en el período de entreguerras. En España tuvo cultivadores de gran calidad, empezando por Ortega y Gasset, de quien siempre se sintió discípulo Fernando Vela.
Los periódicos, y entre ellos los de mayor tirada y calidad, lograron llegar en esa época a un gran número de lectores y ensanchar de forma explosiva su capacidad de audiencia. El público culto y semiculto que vivía en las ciudades se nutría principalmente de la información política y general de la prensa y era lector más o menos asiduo de la literatura periodística. La prensa se convirtió en un vehículo poderoso, maleable, que podía adaptarse a todo tipo de géneros. La ficción, que había sido el más importante en el siglo XIX fue dando paso, poco a poco, al ensayo periodístico. Se necesitó un nuevo tipo de lector: más culto, más preparado, más formado por los proyectos nacionales de escolarización que en toda Europa eran una realidad tangible en las ciudades hacia mediados del siglo XX.

Los periódicos de más prestigio tenían una lista de colaboradores habituales que eran las estrellas magnéticas de los mismos. Fidelizaban a los lectores que buscaban su opinión sobre asuntos varios. Los escritores compartían las redacciones con las editoriales y tenían a gala llegar a una clientela muy amplia de la que dependía su éxito, el de sus libros y sus ingresos. Entre los escritores y periodistas hubo muchos cultivadores del ensayo. Este es un género de difícil definición, a caballo entre la filosofía, la literatura y la información. Se basa en reflexionar de forma personal y libre sobre un asunto. Los temas son muy variados y, al iniciarse la divagación, lo que el lector busca en el escritor es claridad y concisión, ingredientes que tienen que ir adobados con una forma personal de expresión: un estilo, una huella de autor y una determinada manera de ver u opinar, que incita al lector a leer a éste con preferencia a aquél. Así, el ensayo periodístico es una manera personal u original de pensamiento: ágil, densa, corta. Adaptada al espíritu de los nuevos tiempos.

Fernando Vela fue un cultivador sobresaliente del género. Periodista y escritor vinculado a la personalidad de Ortega y Gasset, brilló también él con luz propia y esta antología de textos constituye un buen ejemplo de ello.

El volumen recoge treinta y seis textos muy variados en temática y procedencia, publicados en diversos periódicos entre la preguerra y el franquismo. Se acompaña de un prólogo, de Eduardo Greus Visiers, responsable asimismo de la selección de los textos. En él sitúa rigurosamente la trayectoria vital y cultural de Fernando Vela, requisito indispensable para entender adecuadamente su obra.

De origen asturiano, sus primeros años como periodista transcurrieron en Oviedo. Trasladado a Madrid en 1923, se hizo cargo, como secretario de redacción, por decisión expresa de Ortega, de Revista de Occidente. Dicha tarea no la abandonaría hasta el estallido de la Guerra Civil. Allí ocupó una posición privilegiada en el horizonte cultural nacional. Su vasta cultura se amplió y su sensibilidad para analizar de forma concisa y personal los hechos culturales se enriqueció.

Al empezar la contienda se exilió a Tánger, donde empezó a colaborar en el periódico España. Realizó allí una labor, que no se interrumpiría hasta su muerte, como escritor, periodista y ensayista. A su vuelta a España siguió publicando y escribiendo en la prensa y llegó a colaborar como consejero de redacción en la reaparecida Revista de Occidente de 1963.

Esta antología recoge textos que van desde su primera época asturiana hasta 1966, pocos meses antes de su muerte. La amplitud de la selección permite seguir la evolución del autor y ver hasta qué punto las pautas esenciales de su estilo y sus inquietudes intelectuales son las mismas, aunque se amortigüen con el paso de los años. Sorprende su temprano interés por el cine, que le lleva a percibir con claridad en 1917 cuáles eran las posibilidades expresivas y estéticas de ese poderoso medio de creación artística. Mantuvo este interés hasta el final de su vida, aunque no pudiese disfrutar con el cine de después de la guerra con el mismo entusiasmo con que había descubierto las películas mudas de Charlot.

Es igualmente notable la atención que presta en un artículo de 1924 a la publicación del Manifiesto de André Breton. A su excesivo racionalismo le repugna el lenguaje distorsionado del surrealismo, pero su artículo de Revista de Occidente oficializa un lenguaje vanguardista situado en el momento en los márgenes de la cultura y contra ella.

Sus artículos contienen destellos siempre ponderados sobre historia, filosofía y literatura, pero quizá donde mejor se expresa su estilo es en los temas menores, cotidianos: «El grano de pimienta», «Tánger: el zoco», «Modos de hablar», «El género chico». En ellos su sensibilidad y penetración son más personales. La antología en su conjunto refleja la imagen de un escritor culto, abierto a los grandes temas y preocupaciones de su época. Conviene subrayar que Fernando Vela fue además uno de los primeros intelectuales españoles que se interesó por el fútbol. Ya es mucho. No podemos esperar que, además de conmoverse con Charlot, hubiese reseñado el estreno de Un perro andaluz (1929).

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Ficha técnica

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