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Un andaluz en Guinea

EN EL PAÍS DE LOS BUBIS

José Más

Ediciones del Viento, La Coruña

240 pp. 20 €

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A finales del siglo XIX un muchacho/niño de doce años, José Más (1885-1941), nacido en la sevillana Écija, marcha hacia la Guinea entonces española en busca de trabajo como mozo de almacén en la isla de Fernando Poo, «con el afán de labrar un risueño porvenir y conseguir algo de dinero para paliar en lo posible las urgentes necesidades familiares», ya que la muerte de su padre había dejado a la familia en una precaria situación. Tras ocho años en los que alterna África con Andalucía, Más regresa a Sevilla, donde publica un volumen de cuentos, Alma y materia, siguiendo los pasos literarios de su padre, Benito Más y Prat, célebre poeta y periodista sevillano. Ya en Madrid, José comienza una carrera de articulista en diarios y escritor de novelas, con las que alcanza una gran popularidad comenzando por Soledad (1915). Una trayectoria literaria fecunda que, en palabras de Manuel Bernal Rodríguez, se sitúa «en creciente perfeccionamiento técnico y ahondamiento temático, de una admirable regularidad en el ritmo de producción», siendo algunas de sus obras festejadas por Rafael Cansinos-Assens. La trayectoria literaria de José Más se concentra básicamente en un período de veinte años, el que transcurre desde la publicación de Soledad hasta la de su última novela editada, El rebaño hambriento en la tierra feraz (1935). Un espacio de tiempo en el que vieron la luz una veintena de novelas largas, que él mismo clasificó por ciclos temáticos, algunas novelas cortas, cuentos, el libro de su viaje por Guinea, estudios literarios (entre los que destaca el dedicado a Blasco Ibáñez), y una ingente cantidad de artículos en los más importantes periódicos madrileños de la época.

La edición de La estrella de la Giralda (1918) o de La orgía (1919), libro del que se agotaron seis ediciones en poco más de un año, y que fue traducido a varios idiomas, bien pronto lo hacen famoso en los ámbitos literarios madrileños, alcanzando exorbitantes cifras de ventas, según señala José Esteban en su introducción. Precisamente La orgía fue destacada por Joaquín de Entrambasaguas en su magna obra Las mejores novelas contemporáneas 1914-1919. En el Madrid de 1920, Sanz Calleja publica el hermoso y definitivo relato de su estancia africana, en el que José Más recuerda aquellos años pasados en el país de los bubis. Once años más tarde, la célebre editorial Pueyo lo reedita con un prólogo de Miguel de Unamuno que recoge también esta edición moderna.

Para don Miguel, en un artículo publicado en el diario La Nación de Buenos Aires a poco de ponerse el libro a la venta en España, las novelas de José Más no merecen su atención, pero con el relato de su estancia en Guinea le sucede justamente lo contrario y lo encuentra «lleno de interés como todos aquellos en que un espíritu de veras poético nos cuenta casos y cosas de países de salvajes». Unamuno destaca que aquel niño demandaba frecuentemente a su familia en Sevilla que le remitiera a Fernando Poo libros, y libros de aventuras, como los de Julio Verne o Thomas Mayne Reid, más propios de las aventuras que éste iba a pasar allí. Señala que en el relato de Más conviven pasajes de «intensa poesía trágica», destacando la exquisita prosa del muchacho andaluz cuando, por ejemplo, describe a la negra Matá, la que tuvo amores con un blanco que regresó a España dejándola con un mulato en brazos: «y bajo el cielo encendido de la isla esta mujer sonríe, enseñando su blanca dentadura y henchidos de vida sus redondos senos, duros y negros como el ébano».

Sin embargo, en el libro de José Más no todas las mujeres bubis que habían convivido con un colonizador tuvieron tanta fortuna. En el penúltimo de los pasajes nos cuenta el castigo que unos nativos infligen a una de las de su tribu por esta causa, enterrándola viva, dejándole fuera los senos después de haberle cortado una mano que han depositado muy cerca de su cabeza: «La ancha hoja del hacha relampagueó en el aire y rápidamente se hundió en la muñeca de la mujer. Hubo un crujido trágico. El hacha quedó clavada en la tierra. Y un pingajo sanguinolento había saltado a cinco o seis metros de distancia, como una cosa viva: era la mano amputada de la bubi. Al caer aún se estremecían y se agarrotaban los dedos, como si quisieran apretar y clavarse en la garganta del inhumano ejecutor». Aún más horripilante se convierte la escena cuando los graznidos de los cuervos anuncian que descienden para llevarse el miembro de la indígena y, sobre todo, cuando se atreven a clavar sus picos en los ojos de una mujer que todavía vive y contempla su martirio. José Más, catalogado habitualmente como escritor costumbrista de novelas andaluzas, aunque lejos del tipismo pintoresco, fue definido por Francisco Caudet en el prólogo de una de sus últimas novelas, En la selvática Briboncilla (1932) –obra destacada también por Pablo Gil Casado–, como un denunciante de la injusticia y la opresión social, ya que en este libro Más denuncia la colonización a que era sometida África por la codicia europea.

La interesante narración de la estancia guineana de José Más entre los nativos isleños, los bubis, no deja de ser un fiel exponente de las ideas coloniales de un muchacho que se ve transportado de su Andalucía natal a un paraíso/infierno ecuatorial. Sus descripciones de los indígenas de Fernando Poo rozan, a menudo, el racismo típico de la época y de su edad: «Se veía como a unos ochenta negros, que chillaban y vociferaban en una jerigonza insoportable, que más parecían aullidos que palabras». O cuando señala: «La cámara, tan limpia, estaba ahora convertida en un vaciadero de cáscaras de naranja y de plátanos, y el ambiente despedía un tufillo peculiar e inconfundible. Olía a carne de negros; olor penetrante y molesto en grado sumo». Divertida resulta la narración de un viajante catalán sobre la caza del elefante en África durante el primer viaje. La tormenta que sufren en el barco a punto de arribar a Fernando Poo, terrorífica. Muy espectacular la entrada en la isla. Graciosa, la relación de los miles de bichos que diariamente se van a cruzar en su camino. Resulta también sumamente interesante la descripción de los «fernandinos», los aristócratas de la capital insular Santa Isabel, cuyo comportamiento social y religioso asombra al joven Más: «Siguen las costumbres de la raza anglosajona y celebran todas las tardes el five o’clock tea con pudding y otros dulces clásicos. Son buenos cristianos y acatan y se inclinan ante todas las religiones. Los días de fiesta, por la mañana acuden a oír misa a la iglesia católica y por la tarde van a la protestante». Apreciación de José Más rápidamente rebatida por Unamuno que, con su sarcasmo habitual, no duda en escribir: «Lo que lejos de ser, como el autor supone, un caso de ejemplar tolerancia, es un ejemplo de la más fina y sutil intolerancia. La tolerancia sería no ir ni a una ni a otra, y no perseguirlas».

Aunque las descripciones más interesantes de Más se centran en los indígenas isleños, los bubis: su forma de vida, el vestuario, su afición al alcohol, los tatuajes rasgados a cuchillo, sus creencias religiosas, las artes, su mobiliario, la filosofía que practican (tan paradójica como positivista), su gobierno, la iniciación amorosa o sus enfermedades. La galerías de personajes que transcurren por las páginas del libro de José Más, como Violeta, su criado Jony, Matá, Ton-Yala o Malanga, entre otros muchos; los estudios psicológicos de los naturales del país que nos brinda en la última parte de su libro, o las excursiones por las que nos lleva de la mano el autor por la isla, hacen que este libro sea absolutamente recomendable para todos los amantes de la buena literatura de viajes, la que no sólo nos proporciona un destino que deseamos conocer en profundidad, sino también una publicación interesante para esta selección de narrativa viajera que ha puesto en circulación Ediciones del Viento.
 

En el país de los bubis, de José Más, merece figurar, pues, con nombre propio entre los relatos que conforman la colección en que se integra, Viento Simún, como Los días de Birmania, de George Orwell, Gente remota, de Evelyn Waugh, Orient Express, de John Dos Passsos, o Guía para viajeros inocentes, de Mark Twain, tan imprescindibles para este público lector. Ninguno de estos autores han sido sepultados en el olvido, como sí ha sucedido con José Más, aunque esta sea ya otra historia.

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Ficha técnica

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