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Otra Emma

El resto de la vida

ÁNGELES CASO

Planeta, Barcelona, 1998

160 págs.

2.019 ptas.

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El resto de la vida se abisma en el paisaje interior de un personaje –Emma– que agoniza, en el sentido etimológico del término, entre los espejismos de la realidad tangible y su proyección sobre éstos de la memoria y el deseo erigidos en agentes del caos. La propensión de algunos personajes, pero en particular de la protagonista, a falsear los datos de la experiencia edificando en su lugar un complejo de fantasías, se define en las páginas iniciales del libro, mediante la descripción de un día remoto en la historia narrada: «Una de esas mañana en las que se diría que la realidad no existe». Es así como se inaugura el relieve de las descripciones paisajísticas que acompañan, al modo romántico, los flujos y reflujos de la marea íntima de un personaje central atormentado por la incapacidad de amar a ningún hombre tangible.

Emma, cuyo nombre coincide con el de la heroína de Flaubert, no languidece de aburrimiento en el salón de su hogar conyugal sino que, divorciada, profesional, culta e independiente, no logra desasirse de un pesado lastre idealista en su percepción del amor, lo que frustra repetidamente sus intentos de consolidar una vida en pareja y la aboca a un proceso autodestructivo.

Tres hombres –casi sería más propio decir tres nombres de varón– ordenan el proceso narrativo y guían al lector a través del conflicto interior de Emma. Michael, muerto en el mar durante una tempestad, sin que su cuerpo pudiera recuperarse, proyecta desde la memoria adolescente una imagen ideal que no puede ser empíricamente contrastada y que sólo muy tardíamente en el relato será parcialmente corregida por Elisa, la madre de Emma. Werner, atento, dedicado y comprensivo recibe un trato despiadado de Emma que le ignora de un modo cada vez más ostensible y que sólo regresa a él maltrecha y egoísta. Stavros configura una especie de héroe romántico: asimilado por Emma a su primer amor, descubre el interés que despierta en la mujer y trata de atraerla a toda costa, primero mostrándose como quien es y, posteriormente, dispuesto a sacrificar su propia identidad, incorporándose a las fantasías de ella, tratando de satisfacer el deseo de ambos a costa de su desintegración individual.

La historia se ordena en dos tiempos –pasado y presente– que separan la materia narrativa en bloques de desigual extensión. Los acontecimientos que se narran aparecen minuciosamente datados, precisión que contrasta con las frecuentes elipsis de un relato que privilegia lo más significativo o relevante prescindiendo del resto. De paso, esa precisión desencadena dos efectos esenciales en lo que se refiere a la estructura narrativa: primero, y a medida que se va alcanzando el final, la minuciosidad cronológica aumenta a medida que se precipitan los acontecimientos; segundo, y más importante aún, permite encajar todos los acontecimientos narrados en una estructura circular significativamente relacionada con el conflicto íntimo del personaje central, efecto que se produce por la repetición de un mismo apartado, estratégicamente situado en dos puntos clave de la novela de tal modo que la obra sugiere un perpetuo retorno de la situación anímica del personaje a su punto de partida.

El relato asedia diversos temas como la extrema idealización del amor, las implicaciones de una cierta educación sentimental alimentada desde diversas artes –la literatura, la música y las artes plásticas aparecen repetidamente convocadas en la obra–, la carcoma de la rutina en toda relación estable, el ansia romántica de absoluto, etc. Por otra parte, esta última novela de Ángeles Caso remite asimismo, aunque de manera oblicua, a determinados motivos o recurrencias de su obra anterior, desde las más genéricas, como la fascinación por la época romántica o la antigua Viena, a otras más concretas como el peso de la memoria, la crisis del sujeto moderno, los embates del destino, la presencia en nuestras vidas de quienes nos precedieron en la muerte, etc. La fórmula narrativa del diario, con la variante consignada, había sido también explorada anteriormente por la autora, lo que parece poner de relieve, más que la fidelidad a una fórmula narrativa, un interés ya demostrado por los procesos psicológicos del individuo. Esta breve novela no oculta sus fuentes sino que, limpiamente, las convoca en apoyo de una historia que sólo superficialmente es contemporánea y que logra equilibrar el fiel de la balanza en lo que, sin dejar de ser un relato intensamente subjetivo, sortea trabajosamente los contornos del exceso melodramático.

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Ficha técnica

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