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El Pessoa de Tabucchi

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El hecho de que Antonio Tabucchi sea conocido en toda Europa por sus novelas Requiem, Sostiene Pereira o la más reciente La cabeza perdida de Damasceno Monteiro hace que se relegue, cuando no que se desconozca por completo, su faceta de estudioso de la literatura portuguesa, y más concretamente de Pessoa. Es cierto que conocemos su pasión por el poeta lisboeta a través de su obra narrativa: en Requiem, ese libro sobre Lisboa que escribió en portugués; en el «Sueño de F. Pessoa, poeta y fingidor», del libro Sueño de sueños, o en Los últimos tres días de FernandoPessoa. Además con el título Il poetaè un fingitore recogió Tabucchi doscientas citas de la obra de Pessoa que reflejan su variada personalidad y riqueza intelectual. En Un baúl lleno de gente se recogen ensayos aparecidos en diferentes revistas entre 1977 y 1987. Publicado en Italia en 1990, ha sido traducido a nuestra lengua gracias al interés e ilusión mostrado por Huerga-Fierro, que han conseguido superar la innata adversión con la que el escritor italiano acoge la reedición de sus obras (y una traducción, en cierta manera, lo es). La edición castellana no difiere de la italiana, pues Tabucchi, una vez publicados sus libros, los deja que caminen solos, renuncia a modificarlos al considerar que tal y como están son mejor «testimonio de los años en que fueron escritos». El libro recoge artículos sobre «El guardián de rebaños», «El marinero», «El libro del desasosiego», «La relación Pessoa-Svevo a través del humo de un cigarrillo», etc., mostrando un Pessoa múltiple que hace de este empleado gris, que subsiste traduciendo cartas comerciales durante un puñado de horas a la semana, uno de los escritores más ricos de este siglo. Lo que más le interesa a Tabucchi de Pessoa, lo que más le atrae (como también le ocurriera a Torrente Ballester), es el fenómeno de la heteronimia: «Heteronimia entendida no tanto como metafórico camerino de teatro en el cual el actor Pessoa se cobija para asumir sus disfraces literario-estilísticos, sino precisamente como línea mágica que al cruzar convertirá a Pessoa en "otro" sin dejar de ser él mismo». La heteronimia de Pessoa –dice Tabucchi– remite como mucho a la capacidad de vivir la esencia de un juego, por tanto no a una ficción sino a la metafísica de la ficción, o a un ocultismo de la ficción; quizás a una teosofía de la ficción. Pessoa es la heteronimia: hablar de artificio literario sería suficiencia y presunción, «la heteronimia no es más que la vistosa plasmación en literatura de todos los hombres que un hombre inteligente y lúcido cree ser». Pessoa es para Tabucchi ese hombre capaz de crear una multiplicidad de vidas con las que llenar una vida. Es el poeta que muestra antes que nadie algunos de los caminos que más tarde recorrerán los escritores del siglo XX . El escritor italiano se enfrenta a Pessoa en su doble condición de profesor de portugués y de escritor, aunque como él mismo confiesa «no se considera un histórico de la cultura sino un simple practicante de la literatura», por lo que en lugar de dogmatizar prefiere ofrecer «hipótesis críticas» que el lector puede aceptar o no. Tabucchi presenta un Pessoa capaz de asimilar los movimientos de vanguardia existentes en Europa, adaptándolos, capaz de reinventar el futurismo, «un futurismo totalmente interiorizado, psicologístico y paradójicamente introverso, que quizás busca al hombre futuro como fuga o liberación de un presente». Tabucchi muestra de Pessoa «la soledad del extranjero en su patria, del alóglota; una soledad semejante a la del "alemán" Kafka y del "francés" Beckett». Un hombre circundado quizás de la locura que «circula aparentemente también en su obra» y «extrínseca a la obra». Un escritor «incapaz de integrarse en la realidad» para el que los heterónimos son sólo «terapia de la soledad». Soledad, como la de los protagonistas de Tabucchi, personajes solos, cuyos amores son como los de Pessoa y Ophelia, algo marchitos, algo incompletos. Pero que no nos engañe, este libro no es sólo sobre Pessoa, lo es también sobre Tabucchi, el cual busca en Pessoa lo que Pessoa tiene de él, pues como escribiera el poeta y nos recuerda Tabucchi: «Nadie ama a otro, ama sólo / aquello que de sí hay en él, o que le supone».

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