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El liberalismo no es el liberalismo

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Aficionados como sus seguros servidores somos, aunque nunca de forma extrema, a la lógica de nuestro admirado Juan de Mairena, nos gustan las reglas con excepciones, por aquello de que, si «la excepción confirma la regla», se deduce que una regla sin excepción no puede confirmarse y, ya puestos, «tanto más regla será una regla cuanto más abunde en excepciones». Mas, sin perjuicio de nuestra admiración, no seremos tan osados, aunque ganas no nos faltan, como para concluir con el sin par y apócrifo profesor que «la regla ideal solo contendría excepciones»Este ejercicio de sofística de Juan de Mairena, acerca de tan conveniente refrán, lleva al filósofo a la conclusión de que «La regla ideal solo contendría excepciones». Antonio Machado, Juan de Mairena, edición de Antonio Fernández Ferrer, Ediciones Cátedra, 10ª edición, 2016, páginas 159-160. Una versión digital de Juan de Mairena puede consultarse en Juan de Mairena : sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo / Antonio Machado | Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (cervantesvirtual.com).. En consecuencia, aceptaremos que la realidad social, política y económica desafía la existencia de reglas sin excepciones al mismo tiempo que aborrece de la excepción como regla.

Al paradójico título con que comenzamos nuestra entrada de hoy deseamos darle la interpretación de que si el sistema filosófico, legal, social, económico y político denominado liberalismo se define de forma estricta, tanto por sus valores como en contraposición a otros ismos (comunismo, socialismo, fascismo, nacionalismo, conservadurismo, neoliberalismo, entre otros), puede encontrarse con periodos de la realidad económica y social (y de la realidad política y jurídica) en que el progreso para la gran mayoría de los ciudadanos consiste en una mezcla cambiante de iniciativa individual y libre empresa, por una parte, y de intervención del Estado por otra. Periodos históricos, estos, en que aferrarse a una definición estricta, incluso del liberalismo, nos parecería a muchos miope, amoral y hasta despiadada. El valor de la excepción supera, en ocasiones, al de la regla (o doctrina).

¿Y qué es el liberalismo? Aquí y ahora, por lo militante de la definición, y sin menoscabo de explicaciones más elaboradasRalph Dahrendorf, un ilustre sociólogo y filósofo, político liberal en Alemania (occidental), Life Peer en el Reino Unido y premio de ciencias sociales Príncipe de Asturias en 2007, concebía al liberalismo como un sistema flexible y con capacidad de adaptarse a las condiciones históricas, dentro de su fundamento en la ilustración escocesa de David Hume y Adam Smith: Ralph Dahrendorf, Liberalism, en The Invisible Hand, The New Palgrave: A Dictionary of Economics, Norton, 1989, páginas 183-187. Este es el sentido en el que lo entendemos, especialmente en esta entrada de Una Buena Sociedad., lo pondremos en palabras de Juan Ramón Rallo, economista, profesor y popular youtuber:

«El liberalismo es una filosofía política, con implicaciones también económicas, que propugna el respeto irrestricto a los proyectos de vida de las personas. En esencia, pues, vive y deja vivir; vive tu vida sin pisotear la vida de los demás; sin pisotear cómo los demás prefieren, quieren, vivir su propia vida. En materia política, el liberalismo se traduce en un gobierno limitado; tan limitado como resulte posible; se traduce en minimizar el tamaño del Estado porque el Estado se arroga a sí mismo la potestad de interferir sobre los proyectos de vida de otras personas, de interferir coactivamente sobre los proyectos de vida de otras personas. Y en materia económica, el liberalismo se traduce en una economía de libre mercado y en globalización. Es decir, en permitir aquellas libres asociaciones económicas a escala local, a escala regional, a escala nacional, o a escala internacional, que los individuos decidan establecer»Declaración en la presentación del canal de Juan Ramón Rallo en YouTube: Presentación del canal – YouTube. Una discusión en profundidad de cómo entiende J. R. Rallo el liberalismo, en la que se observa un tono menos militante y más, digamos, liberal del liberalismo, se encuentra en su reciente libro Liberalismo, los 10 principios básicos del orden político liberal, Ediciones Deusto, abril de 2019..

Esta es una definición aparentemente clara e inequívoca, especialmente si nos detenemos en términos como «respeto irrestricto», «minimizar el tamaño del Estado» o «interferir coactivamente». Desafortunadamente (¿o es afortunadamente?), la realidad económica, en la que nos concentraremos en el resto de esta entrada, choca con esta definición tan aparentemente clara. Como resultado de la iniciativa individual y social, e interaccionando con las dimensiones política, legal y social, además de con los condicionamientos más persistentes del pasado, la realidad económica es muy diversa y proporciona abundantes ejemplos y posibilidades de evaluar la flexibilidad y durabilidad de un sistema político y económico, desde el liberalismo hasta sus competidores más totalitarios.

La realidad económica nos demuestra que el intercambio no es libre cuando el poder de quienes intercambian es muy diferente. Por ello, el liberalismo es compatible con la asociación sindical. ¿Pero entiende el liberalismo que la asociación sindical es compatible con él cuando el poder del monopolista (vendedor único) o del monopsonista (comprador único, como sería una patronal en cuanto que compradora de servicios del trabajo) es inexistente?

La realidad económica nos muestra que políticos legislando en favor de la libertad de empresa, cuando esta, a sabiendas o no, es miope en sus decisiones, suele llevar a situaciones de falta de inversión, creando condicionamientos históricos que desemboquen en catástrofes. El ejemplo más reciente no es Filomena; es la congelación del sistema eléctrico (y de todo lo demás) del estado de Texas en el pasado mes de febrero. Durante décadas, la legislatura de Texas desreguló el mercado eléctrico del estado, desconectó su red eléctrica de los dos grandes sistemas nacionales (para no estar sujeto a la regulación federal), permitió a las empresas eléctricas no proteger sus estaciones y redes frente a eventos climáticos que ya no son (desde hace tiempo) de los que se producen una vez cada 100 años. El resultado ha sido una catástrofe que ha causado cerca de 70 muertes y 18 mil millones de dólares (solo en daños asegurados) en un estado de casi 30 millones de habitantesVéase: 2021 Texas winter storm, by the numbers: How many lost power, lowest temperatures, more – ABC13 Houston. ¿Cómo se entiende en esta situación la virtud de un estado mínimo y de la libre empresa? ¿Es este un caso de no-interferencia coactiva?

La realidad económica nos muestra que allí donde el servicio civil, incluidos jefes de departamento, subsecretarios y altos funcionarios ministeriales, funciona de forma excelente, el Estado es capaz de acometer logros que ninguna empresa privada sería capaz de obtener. Daremos un ejemplo más allá de nuestras fronteras, de los USA, donde un ministerio aparentemente secundario es todo menos eso. La mitad del presupuesto de 30 mil millones de dólares del ministerio de energía (Department of Energy, o DOE) está destinado al mantenimiento y salvaguardia del arsenal nuclear de los Estados Unidos. Unos 2 mil millones de dólares se destinan al seguimiento de plutonio y uranio listo para ser utilizado en armas nucleares, a lo largo y ancho del mundo, para que no caigan en manos de terroristas. Entre 2010 y 2018, una agencia del DOE interceptó cantidades de estos materiales suficientes para construir 160 armas nucleares. El DOE forma a todos los inspectores internacionales de energía atómica y es gracias a ellos que se impide el uso de estos materiales para la fabricación de armas nucleares. La investigación que se financia y desarrolla en los laboratorios del DOE incluye la que permitirá desarrollar la próxima generación de supercomputadoresVéase Michael Lewis, The Fifth Risk, Norton, 2018, páginas 43-44. El libro de Michael Lewis es un documento muy valioso sobre la excelencia en multitud de agencias gubernamentales, así como del ataque al que fueron sometidas tras el comienzo de la presidencia de Donald Trump el 20 de enero de 20216.. El apoyo financiero y de investigación del DOE estadounidense ha sido, también, fundamental en el éxito del abaratamiento de la producción de energía solar y eólica, mediante el desarrollo de la tecnología y los incentivos a empresas y consumidoresJames Stock, The Rate Debate, Foreign Affairs, March-April 2021, páginas 174-184. Este artículo presenta un interesante análisis de cómo la acertada gestión del banco de la Reserva Federal estadounidense se ha combinado con la evolución de la economía real, en concreto con las posibilidades de las energías alternativas, proporcionando un enfoque unificado de temas aparentemente desconectados..

Los ejemplos de excelencia en el sector público abundan. Una empleada de la Comisión Federal de Comercio (Federal Trade Commission) creó el sistema para evitar llamadas publicitarias (Do Not Call Registry); el primer proyecto de descontaminación de una fábrica de armas nucleares fue llevado a cabo por un empleado del DOE, con 60 años de antelación y con un ahorro de 30 mil millones de dólares por debajo de lo presupuestado. Un investigador del Instituto Nacional de la Salud (National Institutes of Health, NIH) fue un pionero en inmunoterapiaVéase Michael Lewis, The Fifth Risk, Norton, 2018, página 24. Michael Lewis relata que tan extendida y valorada está la excelencia en el sector público estadounidense, que un premio anual, los Sammies, se concede a los servidores públicos que destacan en ella. Es muy necesario destacar aquí, sin perjuicio de un comentario posterior más amplio, una muy interesante serie de entradas que viene desarrollando el profesor de la universidad de Pennsylvania Jesús Fernández Villaverde en su blog, « La mano visible», en el diario El Confidencial, sobre la reforma de la función pública en España, a todos los niveles: La mano visible (elconfidencial.com).

Hemos querido destacar algunos aspectos de excelencia en el sector público relacionados con las armas nucleares. Es una elección consciente que nos permite resaltar el papel que el condicionante histórico juega en la búsqueda de una sociedad mejor. La herencia del armamento nuclear y, por extensión, de todo el complejo industrial-militar (una expresión que, dicho sea de paso, acuñó el presidente Eisenhower y contra cuya amenaza nos avisó encarecidamente) es consecuencia de la investigación oficial durante y tras la Segunda Guerra Mundial y del pasado de confrontación de la Guerra Fría.. La comunidad internacional sigue operando bajo este condicionante, lo cual absorbe enormes cantidades de recursos que podrían emplearse en proyectos de paz, en rebajar significativamente los impuestos a los ciudadanos o en ambas cosas a la vez. Es inevitable el pensar que este condicionante va a seguir presente indefinidamente, frente al cual la cooperación internacional sigue siendo imprescindible.

Cuando, por el contrario, hay fracaso social, lo público y lo privado están, en muchos casos, en el mismo lado, el malo, y lo vienen estando desde hace tiempo. Angus Deaton, premio Nobel de Economía 2015, nos recuerda a menudo que va siendo hora de dejar de demonizar al estado si queremos retornar a una forma más competitiva e innovadora del capitalismo. En sus propias palabras, «la esperanza de vida de las dos terceras partes de americanos sin un título universitario está bajando, en parte porque se ha dado a las compañías farmacéuticas una licencia para llevar a la adicción y para matar»Angus Deaton, American Capitalism’s Poor Prognosis, Project Syndicate, The Year Ahead 2021, páginas 64-67. Accesible en: American Capitalism’s Poor Prognosis by Angus Deaton – Project Syndicate (project-syndicate.org).. Es difícil expresar de forma más clara la responsabilidad compartida, al margen de la parte que a cada actor corresponda, algo que los tribunales están ya determinando.

La contraposición de lo público y lo privado, de forma que la ganancia de uno se contemple exclusivamente como la pérdida del otro, no deja de ser un freno a las posibilidades de una (buena) sociedad. Y si bien la plutocracia necesita de lo público y lo privado, para su beneficio, en una combinación perversa parecida a la que critica Angus Deaton, o la que ha puesto a Texas de rodillas, o la que se observa en tantísimos otro países del mundo, en Latinoamérica, África, Asia, y el Medio Oriente, sería lamentable que una forma de liberalismo que podríamos llamar doctrinaria o fundamentalista, a veces confundiéndose con un laissez faire rapaz, desdeñase la cooperación de lo público y lo privado, precisamente cuando el consenso que surgió tras la segunda guerra mundial entre socialdemócratas y demócratas cristianos en Europa, y entre demócratas y republicanos moderados en Estados Unidos, se está agotando.

Pero hay más. La realidad económica nos muestra que los consumidores somos fácilmente manipulables, con o sin libertad de empresa. Es posible que la voracidad del consumidor en el mundo desarrollado sea una trágica consecuencia de haber superado, gracias a los avances médicos y tecnológicos y a las mejoras sociales conseguidas con tanta lucha, la vileza, brutalidad y brevedad de la vida (nasty, brutish, and short), según la describía Thomas Hobbes en su Leviatán, publicado en 1651. Es posible, también, que la moral y ética que nuestros líderes espirituales habían de transmitirnos se haya esfumado como el incienso, de forma que andamos a la búsqueda de la satisfacción, imposible en última instancia, que da el consumo. Es posible, por ende, que nuestra educación laica no sea capaz de inculcar un sentido más inteligente y menos miope de lo que es el desarrollo material. O quizás es que aún no hemos satisfecho nuestras necesidades verdaderas (lo cual es bien cierto para dos terceras partes de la humanidad). El caso es que el crecimiento material indiscriminado, el que absorbe recursos finitos y los devuelve al planeta y su atmósfera como polución visible e invisible, nos está ya pasando factura. Y frente a semejante acreedor, poco valen filosofías y sistemas que no lo tengan en cuenta, pública o privadamente.

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