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El espacio político del arte

El espacio político del arte. Arte e historia en Heidegger

JOSÉ LUIS MOLINUEVO

Tecnos, Madrid, 238 págs.

La experiencia estética moderna

JOSÉ LUIS MOLINUEVO

Síntesis, Madrid, 288 págs.

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Tras la notoria polémica suscitada durante la última década acerca de la relación de Martin Heidegger con el nazismo, resulta inusitado abordar este libro sin dar por hecho que nos hallemos ante una secuela (más o menos afortunada) de la moda cultural del momento. Entre los títulos más recientes en castellano se pueden recordar: Lenguaje y apertura del mundo. El giro lingüístico de la hermenéutica de Heidegger, que vio la luz en 1997 a cargo de Cristina Lafont Hurtado; o Heidegger y el judaísmo. Y sobre la tolerancia compasiva, escrito por Reyes Mate que –al igual que Heidegger. Política e historia en su vida y pensamiento de Ernst Nolte– fue publicado en 1998. A esta lista también se podría añadir Tiempo y ser del propio Heidegger, en cuya edición de 1999 colaboraron José Luis Molinuevo y Félix Duque.

Pero no es Molinuevo un autor que se acerque al filósofo alemán como respuesta a la vigencia de ningún debate. El interés del profesor por Heidegger se remonta más allá de estos últimos años de réplicas y contrarréplicas editoriales, un afán que ha quedado reflejado de forma sobrada a lo largo de su carrera docente y en sus numerosos escritos. El que ahora nos ocupa es un texto independiente, fruto de inquietudes no coyunturales que, por otra parte, lejos de ignorar la controversia originada en torno al pensador alemán, añade a su objetivo fundamental la voluntad de aclarar aquellos asuntos confusos en la polémica. Pero ello se hace de forma complementaria, apostillando otras cuestiones que –ésas sí– son el hilo conductor de la obra.

Según advierte Molinuevo, este libro continúa la labor investigadora recogida en las páginas de una publicación anterior: La ambigüedad de lo originario en Martin Heidegger; y lo hace a partir de donde ésta concluía: en el giro fundamental de Heidegger hacia el arte. Su objetivo es pues, matizar y analizar si el cambio descrito en el pensamiento del filósofo guarda relación con su participación y posterior abandono de la política, ya que ambos (giro y abandono) se produjeron simultáneamente. Por sí solo, el planteamiento confiere a la publicación un carácter doblemente interesante: primero debido a la dificultad de establecer relaciones entre arte y política y, segundo, por la escasez de estudios en castellano dedicados a la conexión de ambos terrenos (pese a los muchos que existen específicos de cada uno). Por otra parte, el autor pospone para otra publicación el análisis de la llamada «segunda época», cuando Heidegger vincula el arte griego (Gran Arte) con determinados aspectos de las artes plásticas contemporáneas, además de con algunos poetas.

Estructurado en cinco capítulos, el libro describe el discurrir de importantes cuestiones suscitadas durante dicho momento de inflexión, como la vuelta al «Gran Arte» y al pensamiento presocrático –ambas recogidas en El origen de la obra de arte–, o conceptos como el de nihilismo activo y pasivo, el de «nacionalsocialismo privado», además de temas más generales como la relación entre Filosofía y vida y el sugerente reto de hacer de la vida una obra de arte. Molinuevo presenta todo ello siguiendo una doble vía, textual y contextual. Por una parte propone un itinerario que recorre la evolución de los escritos de Heidegger, mientras que, paralelamente, hace lo mismo desde la historia a nivel óntico [siendo lo óntico (ontisch) lo que «se refiere al ente», a diferencia de lo ontológico (ontologisch) que «se refiere al ser»].

Para Heidegger, en el arte tiene lugar aquello que el pensamiento ha buscado en vano: hacer el mundo habitable. Un mundo que es el espacio del «entre», el que hay entre el cielo y la tierra, el espacio de la diferencia, de la trascendencia sin lo trascendente. El habitante de ese espacio es, pues, un hombre «esencial» que asume decididamente su destino histórico (Decisionismo). Éste consiste en dar un salto a los orígenes, en hacer que la historia comience. Sin embargo, esta apelación a lo originario, lo auténtico y lo esencial es –en opinión de Molinuevo– radicalmente ambigua, lo cual se ocupa en demostrar durante el transcurso de la obra.

Ésta comienza relatando cuán impresionado quedó Gadamer y el público en general al conocer el giro (Kehre) en el pensamiento de Heidegger, es decir, su repentino interés por el arte. Molinuevo contextualiza y desmenuza dicho estupor haciendo especial hincapié en el hecho de que los escritos de Heidegger no pueden sustraerse del importante momento de efervescencia en el arte alemán (especialmente en lo referente a su sentido social) y de aquellos años tan particularmente críticos de la historia alemana. El autor nos recuerda que, la de Heidegger, es una generación educada en los valores decimonónicos que le ha tocado vivir en el siglo XX, una época diferente por completo que los convertirá en hombres póstumos.

La cuestión sobre si el cambio en el pensamiento de Heidegger tiene que ver con su paréntesis político de esos años, recorrerá desde el principio toda la obra. Por medio de los numerosos textos y citas que pueblan las páginas de la publicación, filósofos y pensadores contribuirán a la clarificación del mencionado y polémico giro. Esta circunstancia –además de la propia densidad de sus contenidos– hace que sea una obra para iniciados a la que, por cierto, es recomendable enfrentarse provistos de un buen diccionario de alemán. La profusión de datos se manifiesta necesaria de cara a añadir rigor y restar ambigüedad a los contenidos de la obra; pero tiene como contrapartida un estilo literario enrevesado, reiterativo y de retorcida sintaxis, que vagamente recuerda al del propio Heidegger. Por otra parte y, casi paradójicamente, ello se hace con un indudable afán clarificador, intentando trascender la ambigua convencionalidad del lenguaje.

Quizá por ello, una de las intenciones más evidentes del libro sea su clara voluntad didáctica, fruto tal vez de la continuada actividad docente del autor en la universidad. A lo largo de la obra, Molinuevo entreteje abundantes resúmenes y recapitulaciones que, sin lugar a dudas, ayudan a que el lector no pierda de vista la idea central de la obra. Con la misma intencionalidad didáctica sospechamos que se incluyen las escasas ilustraciones, puesto que su bajísima calidad de impresión (en las que incluso se hace patente el pixelado de la imagen), además del tratamiento secundario que se les otorga en la edición, les confiere un carácter puramente testimonial que resta prestancia al acabado final. Queremos ver en ello, algo así como un apunte de pizarra.

Pero lo verdaderamente importante es la comprometida contribución de Molinuevo quien, por citar un ejemplo, no duda en incorporar nutridas críticas a las interpretaciones de Adorno (las cuales llega incluso a calificar de «simplificación» del legado de Heidegger). A este reconocido compromiso por parte del autor, se añade su capacidad de elaborar una propuesta original y engarzar distintos saberes desde una perspectiva rigurosa e interesante. Ello tiene por resultado (a diferencia de tanto «refrito» como anda por ahí en editoriales y estanterías) que esta sea una propuesta con genuinas aportaciones y, por ello, una obra pertinente.

Así pues, se trata de un libro rico en referencias, denso en sus contenidos, que describe y matiza con agilidad intelectual, cuestiones equívocas en el debate sobre el giro de Heidegger. Pero pese a toda la corrección y pertinencia académica que impregna la publicación, debo reconocer que me ha satisfecho más su parte poética, esas páginas dedicadas a la planta como imagen de la vida humana. Con esta metáfora, tomada de Hebbel, Heidegger resume su concepción de la vida: habitar el espacio «entre» la tierra y el cielo. Ese ser desde los orígenes tal como escribe Molinuevo, un ser esencial, que significa tener raíces en la tierra, estar arraigado. Pero la técnica, según Heidegger, ha desarraigado al hombre, lo ha aniquilado, así que, como consecuencia de ello, «ya no hay tierra donde habite el hombre».

El filósofo calificaba entonces su experiencia vital como la del desarraigo, una idea que bien se podría aplicar al momento contemporáneo de incertidumbre y desasosiego ante el fin de siglo y los cambios suscitados por los medios tecnológicos: la inseguridad a que nos aboca lo intangible de la electrónica, lo inquietante de su presencia invisible a nuestros ojos… Desde esta perspectiva, el legado de Heidegger tiene hoy más vigencia que nunca: y es que la inminente era digital, en la que lo físico y el propio cuerpo se desintegran fruto del avance de lo virtual, remite con facilidad a esas raíces aéreas y a la añoranza de algo a lo que poderse asir: a una tierra que poder habitar, en la cual poder echar raíces.

Pero la actividad de José Luis Molinuevo en 1998 no se ha limitado a la edición de este libro o a la mencionada colaboración posterior en Tiempo y ser, sino que también ha publicado, esta vez de la mano de la editorial Síntesis, La experiencia estética moderna. Esta obra configura, desde una perspectiva más exclusiva del ámbito filosófico que la anterior, un itinerario de revisión estética de la modernidad como retorno a la experiencia estética. Tal como apunta Molinuevo, esto supone una vuelta al logos, al pensamiento de imágenes que no renuncia a la razón. A lo largo de sus seis capítulos, el libro reivindica la experiencia estética como núcleo de la Estética, respondiendo así a los muchos que han negado su posibilidad y existencia en el seno de la propia Estética e incluso en el terreno del arte. Nos hallamos pues, ante otra comprometida propuesta por parte de un autor que provisto de enormes dosis de pasión y con un profundo afán clarificador, desempeña un papel activo en el debate estético contemporáneo.

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Ficha técnica

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