Víctor Andresco
Pocas veces la lectura de un poeta tiene tanto de descubrimiento como en el caso de Alexandr Pushkin, sobre todo si se trata de la lengua española, en la que su nombre es, más que una laguna, un desolador océano. No sólo porque la lírica pushkiniana representa el cenit de la creación literaria en ruso sino porque su ausencia mutila de forma dramática el olimpo que nuestra cultura general reserva a los Homero, Dante o Shakespeare. La figura de Pushkin (1799-1837) trasciende su dimensión artística para ocupar un lugar dominante en el imaginario sentimental de las sucesivas generaciones de rusos. Con sus versos, que según Vladímir Nabokov «evidenciaban una peligrosa libertad de pensamiento por la novedad de su versificación, por
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