Serafín Fanjul
Para desmontar argumentos contrarios no hay nada como crearlos uno mismo, inventar lo que los textos no dicen y adjudicárselo al adversario (real, supuesto u obligado). A veces la cosa pasa de castaño oscuro cuando a un autor no sólo se le interpreta mal, sino que se recortan párrafos (alusión a la pág. XXVI) para que signifiquen lo que no dicen o, ya el colmo, se le endosan posturas contradichas expresamente en el mismo libro, probando, como mínimo, que el crítico no lo ha leído entero. Todo vale. Viene esta consideración inicial a propósito de algunas críticas especialmente agresivas dedicadas a mi obra Al-Andalus contra España. La forja del mito, como la aparecida en Revista de libros (n. o 81,
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