En Love (2015), la última película de Gaspar Noé, ¿los protagonistas se querían de verdad?
En el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York hay una sala dedicada al pintor realista Gustave Courbet, el de la vagina en primer plano. El cuadro se exhibe en el Museo d’Orsay de París y es conocido como El origen del mundo (1866), aunque el título es posterior a Courbet y de origen incierto. Lo que sí sabemos es que, pintando aquella vagina, Courbet consumó la sublimación de la carne. Lo hizo once años después de que Gustave Flaubert sublimara el espíritu con Emma Bovary. Es la de El origen una vagina que me hace pensar en el último verso del poema «Diré cómo nacisteis», de Luis Cernuda, cuando, refiriéndose a los placeres prohibidos, dice: «su fulgor puede destruir vuestro mundo». Pero, volviendo al Met, hay allí, entre las obras exhibidas de Courbet, una que llama mi atención. Es una mujer desnuda, de espaldas, reclinada hacia una cascada; no le veo la cara, pero le veo el trasero.